A ningún político regional le resulta ajena la compleja problemática que se vive en el departamento del Meta y su capital. Al respecto, doña Edelmira sonríe de forma precavida, porque, aunque hace cinco días no hay agua en su barrio, consiguió un tanque plástico de 50 galones y logró llenarlo con los últimos aguaceros, también desconectó su nevera para protegerla cuando vuelva la energía, y tiene un paquete de velas por “si demora el apagón”; solo la inquieta su esposo, quien debe atravesar la ciudad en motocicleta cuando los semáforos no funcionan. Es un hecho, la competitividad regional está en juego.
Puesto 57 entre 63
Un territorio competitivo produce bienes y servicios, en mejores o iguales condiciones respecto a las economías de otras regiones. Por eso, cualquier ciudad, departamento o país que pretenda serlo debe consolidar sus ventajas para posicionarse en diversos mercados.
Lo anterior exige un sólido sistema educativo, calidad y cobertura en los servicios de salud; como también requiere de infraestructura, tecnología y conectividad eficientes. Todo ello, obliga a estimular la innovación y combatir cualquier asomo de la corrupción, lo que se traduce en más inversión y empleo, además de garantizar una población más próspera.
En ese sentido, de acuerdo con un informe del Departamento Nacional de Planeación, países como Dinamarca, Suiza y Singapur están a la vanguardia de la competitividad global; estos son seguidos por Estados Unidos, que se ubica en la décima posición, mientras Colombia ocupa el puesto 57 entre las 63 economías evaluadas.
En el territorio colombiano, el departamento del Meta es una de las regiones con mayor biodiversidad: cuenta con cinco parques nacionales naturales que le convierten en un verdadero tesoro ecológico y en centro de atención para científicos y entusiastas de la naturaleza de todo el mundo. En el ámbito económico, se destaca como el epicentro de la mayor producción de petróleo crudo del país; y, además, se plantea como una enorme alternativa agroindustrial, pues produce caucho, cacao, café, palma y ganado, entre otros.
Sin embargo, ambas ideas no son sinónimos, por eso resulta viable el preguntar ¿cómo asumen el Meta y Villavicencio sus riquezas para gestionar la competitividad regional?
Foto tomada de El Tiempo
Lluvia, escasez y conformismo
Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), entre los años 2005 y 2018 Villavicencio se convirtió en la capital con mayor crecimiento del país, pues su población aumentó un 39.7%. En la actualidad es una de las ciudades colombianas más densamente pobladas.
Es el centro urbano más importante de los Llanos Orientales y su ubicación geográfica le llama a liderar la integración para forjar a la altillanura como una región más competitiva. Los ríos Guatiquía, Guayuriba, Negro y Ocoa riegan su territorio, mientras nueve caños recorren los diferentes barrios de la ciudad; y aunque también es la capital más lluviosa, sus 558.000 habitantes sufren por escasez de agua potable.
Foto tomada de RCN Radio
De acuerdo con la Alcaldía municipal, los beneficiarios (alrededor de 400.000 personas) reciben el líquido certificado a través de 200 pruebas diarias de potabilidad; las cuales son efectuadas por el laboratorio de Calidad y Análisis, a partir de muestras tomadas en sus plantas de tratamiento y en 50 puntos de distribución de la red. Asimismo, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado (EAAV) abastece alrededor del 80% de la demanda.
Para suplir el déficit, Villavicencio se ha convertido en la ciudad del país con más acueductos comunitarios (existen 129) y su importancia se evidencia en un estudio del Observatorio Tecnológico de la Universidad de los Llanos: el 55% de los usuarios en la comuna 8 emplea acueductos comunales; el 38% el municipal y el 6% los acueductos privados. Mientras, en áreas periféricas como la Nohora, Las Mercedes o la Cuncia, el 1% extrae agua de pozos. (i)
Sin embargo, según la encuesta de calidad de vida realizada por el DANE (2018), ante el riesgo de consumir agua impotable el 20.9% de los villavicenses la hierve, el 44.5% la consume directa de la llave, el 23.3% la compra embotellada y el 10.2% emplea filtros.
Como consecuencia de la escasa disponibilidad y las prácticas generalizadas de almacenamiento agua, en las comunidades se presentan captación ilegal y tratamiento inadecuado del recurso, tanto en tanques elevados como en acueductos propios; lo cual desencadena nuevos problemas.
Ejemplo de ello es un reporte epidemiológico de la Secretaría de Salud, el cual informa que durante el año 2021 Villavicencio sufrió un incremento del 60% en los casos de enfermedad diarreica aguda, con 13.789 afectados por alimentos o agua contaminada. Ello con agravantes porque el impacto fue mayor entre personas en edad de trabajar (25 a 34 años); cuyas ausencias, desde luego, afectaron la productividad de las empresas donde laboraban.
Pero, otras enfermedades como el dengue también persisten en la región, como consecuencia del mal proceso. (ii) De hecho, según Tanya Cortés, de la Secretaría de Salud, durante el 2023 se han registrado 4.704 casos; 48 de los cuales han sido graves e incluso se han notificado cinco muertes. Específicamente en el mes de julio, el Meta fue el departamento más afectado por esta enfermedad a nivel nacional.
No obstante, por las lluvias torrenciales surgen otros problemas como la inundación de algunos barrios villavicenses, ante la carencia o déficit en el drenaje pluvial, lo cual se traduce en fetidez por la presencia de bacterias que incrementan los riesgos entre los habitantes.
Foto tomada de Radio Nacional de Colombia
Un caso emblemático es el barrio el Rubí: está ubicado a orillas del Río Ocoa y no cuenta con sistema de alcantarillado, de modo que los habitantes se han visto obligados a construir sus propios pozos sépticos y drenar las aguas servidas en el afluente, todo con el fin de suplir esa necesidad y mitigar el problema de primera mano.
Finalmente, ante las recurrentes características del escenario mencionado, algunas comunidades reclaman su derecho a la cobertura y la calidad de los servicios, mientras la competitividad de la capital y de la región continúan en riesgo.
Intermitencia energética
Los socios mayoritarios de la Electrificadora del Meta (EMSA) poseen más del 81% de las acciones e incluyen al Gobierno Nacional, el departamento del Meta y el municipio de Villavicencio. La empresa cuenta con más de 380.000 usuarios en el departamento y genera utilidades superiores a los $39.000 millones de pesos anuales. Sin embargo, el servicio eléctrico sufre frecuentes cortes de energía debido a las fuertes lluvias, la sobrecarga de los equipos y las acometidas irregulares o interrupción de los circuitos.
Durante lo corrido de 2023 las fallas han venido generando un impacto generalizado, pues se repiten hasta siete veces por semana. Lo cual trae consigo consecuencias previsibles: la inoperante red de semáforos provoca congestiones y afecta la movilidad en la ciudad; asimismo, sin energía, se encuentran los servicios médicos, estaciones de bombeo de acueducto y múltiples instituciones educativas que también ven afectadas sus labores.
Foto tomada de El Tiempo
Incluido el comercio, algunos sectores de la capital permanecen hasta 10 horas continuas sin corriente eléctrica. Tal como evidencia el caso de Ismael Rico, comerciante cuya tienda ha disminuido las ventas por los apagones, pues algunos alimentos deben ser refrigerados de forma permanente. Al respecto, Rico señala que “nadie compra gaseosa caliente y los helados se dañan”. Lo mismo acontece para los comerciantes nocturnos, como Paula Tautiva, administradora de un bar en Ciudad Porfía, quien afirma, “los ladrones se aprovechan cuando se va la luz. Prefiero cerrar.”
Foto tomada del Diario la Unión
La falta de energía eléctrica no es el único problema: según el Plan Nacional de Desarrollo (PND) el acceso a la tecnología debe ser un derecho y no un privilegio. Pero, de acuerdo con la ministra de las TICs, Sandra Milena Urrutia, hasta 2023 Colombia ha estado entre los últimos países latinoamericanos en transformación digital, donde solo 6 de cada 10 colombianos tiene conexión a internet.
Como muestra de ello, un ejemplo describe la situación departamental: donde se encuentra ubicado el aeropuerto de Villavicencio, en la vereda Vanguardia existe una baja señal de telefonía (3G); pero seis kilómetros al norte la conexión es nula. Ahí funciona uno los mejores colegios públicos del Meta, la Institución Educativa Puente Amarillo, donde además de que los estudiantes carecen de conectividad digital, la situación empeora cuando falla la corriente eléctrica.
Vías y calidad de vida
Por su ubicación geográfica, la capital del Meta dispone de un lugar estratégico para el comercio, pues conecta una extensa región que incluye al Meta, el Guaviare y al Vichada. A través suyo transitan cientos de vehículos y mercancías con diferentes productos como carne, aceite, arroz, plátano y frutas; también se movilizan insumos agrícolas y bienes para la industria de los hidrocarburos. Por ello, su conectividad le garantiza competitividad.
Sin embargo, esta se ve reducida cuando la vía que conduce a Bogotá está bloqueada o cuando llueve de manera torrencial; en ambos casos, las vías internas se congestionan y la movilidad disminuye drásticamente.
Un caso inédito se dio cuando en 2022 fue preciso cerrar el aeropuerto de Villavicencio por las inundaciones del río Guatiquía. Circunstancia que igual impactó en casi todo el departamento pues, según la oficina de Gestión del Riesgo, en forma simultánea se registraron afectaciones por desbordamientos en 25 de los 29 municipios del Meta.
Algunos indicadores evidencian que el Meta ha disminuido su actividad comercial internacional. Según datos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, mientras en 2013 aportó el 5.46% de las exportaciones colombianas; en 2022 solo llegó a exportar el 1.09%.
Del mismo modo, su participación en las importaciones ha bajado del 0.44% en 2013 al 0.14% para 2022. E igual sucede con su calidad de atractivo turístico, en donde la llegada de extranjeros también se ha visto reducida del 0.38% nacional en 2021 al 0.23% en 2022.
Y así como el comercio exterior metense se ha visto disminuido en tiempos recientes, durante 2023 han surgido agravantes. Es el caso de la vía Bogotá – Villavicencio, la cual se ha visto notablemente afectada por los fenómenos naturales, las fallas en la infraestructura y los movimientos sociales; lo cual implica una reducción en la movilidad de la carga, caída en la ocupación hotelera y descenso en la demanda de servicios. A propósito, de acuerdo con el capítulo Meta de Fenalco, las afectaciones implican una reducción que varía entre el 35 y el 40% del PIB regional.
Entre tanto, los indicadores sobre seguridad ciudadana también son concluyentes: con 24 fallecidos por cada 100.000 habitantes en accidentes de tránsito en 2022, Villavicencio viene siendo la ciudad más peligrosa de Colombia en las vías públicas. (iii)
Foto: Néstor Barros
A su vez, de acuerdo con la Alta Consejería para la Seguridad, entre enero y septiembre de 2023 los delitos de alto impacto que incluyen hurtos y homicidios sufrieron un incremento del 17,5%, lo cual la ubica entre las cinco urbes más peligrosas del país.
Desde luego, con el deterioro de la calidad de vida también llega el de la competitividad.
Es una Ley del llanero…
Colombia y el departamento del Meta poseen una serie de ventajas naturales que, de ser aprovechadas, les pueden hacer altamente competitivos; y algunos ejemplos de ello permiten evidenciarlo.
El país recientemente suscribió un acuerdo para exportar carne de res congelada a China (el segundo mercado más grande del mundo), lo cual genera una poderosa alternativa económica que –de ser aprovechada– beneficiará a las regiones con vocación ganadera como el departamento del Meta.
Como recurso alternativo, la diversidad permite vislumbrar un rico potencial hacia la competitividad metense, pues el departamento puede producir bienes y servicios competitivos que vayan desde incrementar el volumen de exportación de peces ornamentales hasta establecer rutas de senderismo para avistamiento de aves, lo que garantizaría nuevos visitantes y más ingresos en la economía local.
De hecho, Colombia disfruta de la mayor diversidad de aves del planeta y, de acuerdo con un estudio económico de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), puede convertirse en «uno de los destinos más importantes y atractivos para los observadores de aves de todo el mundo». ( iv )
No obstante, antes de apuntarle a eso es preciso conocer su perfil: se trata de turistas cuyo promedio de edad es 58 años, cuentan con un alto nivel de educación, son conocedores y amantes de la naturaleza, la mayoría no ha visitado Colombia y cada uno está dispuesto a pagar un promedio de 250 dólares diarios.
Por tanto, como los avituristas se cuentan por miles, el Meta debe prepararse para recibirlos junto con las divisas que podrían irrigar la economía local, pero hacerlo exige hacer una promoción del destino internacional seguro y de calidad.
Considerarlo obliga a optimizar la experiencia de los turistas: ofrecer óptimos servicios de acueducto y alcantarillado, disponer de energía eléctrica constante, garantizar la seguridad e información local oportuna, asegurar eficiencia en la conectividad terrestre, aérea y digital de la región, además de brindar una atención empática y de calidad.
En síntesis, más allá de los hidrocarburos, el departamento dispone de cadenas agrícolas muy productivas, cuenta con una tradición ganadera inmejorable, y es un lugar privilegiado con múltiples y exclusivas posibilidades para el turismo internacional.
Por su estratégica ubicación geográfica y diversidad de riquezas, Villavicencio y el Meta están en condiciones de convertirse en un enclave de competitividad. Sin embargo, los enquistados desafíos que durante décadas han forjado la infraestructura, la educación, la salud y la seguridad exigen plantear y concretar una visión conjunta, en donde la voluntad política mire decididamente hacia el desarrollo integral de la región… Por un futuro.
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