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Drogas en Villavicencio: un viaje a la vida en calle

Entre el 2021 y el 2023, la población de habitantes de calle en Villavicencio ha aumentado en más del 80 por ciento. El narcotráfico y el consumo de sustancias psicoactivas son las principales causas detrás de esta problemática.



«Hoy, los jóvenes no saben escuchar un no, y yo tenía ese problema. Me creía el verraco, entonces tomaba mucho, y una vez que estaba tomando en Bogotá, probé la droga, me gustó y me jodí; a los seis meses estaba en el Cartucho, fui habitante de calle en Bogotá durante tres años», recuerda Elkin Zapata, actual concejal de Villavicencio y fundador de la Casa del Alfarero, institución que tiene como objetivo ayudar a los habitantes de calle a salir de las drogas.


Su testimonio tiene cierta relación con el Censo de Habitantes de la Calle (CHC), realizado en el 2021 por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), que señala que el consumo de sustancias psicoactivas es la razón principal por la cual las personas caen en situación de calle. Además, fuentes de la Sijín consultadas por este medio coinciden en que el aumento del microtráfico en Colombia ha impactado también a Villavicencio, lo que ha llevado a un incremento en el consumo de drogas. Esta situación expone a los jóvenes a tener fácil acceso a las sustancias y, por ende, a la vida en la calle.



Además, según datos proporcionados por el Dane y la Secretaría de Gestión Social de Villavicencio, la población de habitantes de calle en la ciudad ha experimentado un aumento del 82,3% en el periodo comprendido entre el 2021 y lo que va del 2023, pasando de 713 a 1300 personas. No obstante, para obtener una cifra más precisa, es necesario llevar a cabo una depuración del listado censado que contemple a las personas fallecidas, tal como indica Milena Tibambre, coordinadora del programa Habitantes de Calle de la Secretaría de Gestión Social, una labor que está pendiente.


Entonces, si la razón principal por la que iniciaron a vivir en la calle son las sustancias psicoactivas, ¿cuál es la relación de consumo de drogas con el aumento de habitantes de calle en Villavicencio?, ¿qué tan fácil es conseguir la droga?, ¿qué están haciendo las entidades públicas ante esta problemática?, ¿cuáles son los sectores más afectados? y ¿qué soluciones plantean las autoridades?


Los jóvenes, los más vulnerables


Al consumir sustancias psicoactivas se corre el riesgo de caer en la adicción, lo cual, sumado al debilitamiento de los vínculos familiares, hace que sea más fácil llegar a habitar en la calle. Diego, quien está en proceso de rehabilitación en la fundación Casa del Alfarero de Villavicencio, cuenta cómo un amigo le ofreció probar bazuco para quitarse la borrachera cuando tenía 22 años. A partir de ese momento, empezó a consumir en cada rumba y esto se convirtió en una práctica mensual, hasta que terminó refugiándose en el Cartucho, en Bogotá, por dos años como habitante de calle.


Algo que preocupa es que el consumo de sustancias psicoactivas, según el censo, empieza desde edades tempranas, entre los 14 y los 29 años. Además, es la principal razón por la que se inicia la vida en la calle (33,5%), seguido de los conflictos o dificultades familiares (25,7%). Esto demuestra una clara relación entre la adicción a las drogas y la situación de calle. Como dijo Elkin Zapata, «la marihuana sola no me lleva a la indigencia, es cuando pierdo el control».

Sin embargo, el consumo de alcohol también es una de las mayores preocupaciones: tal como lo explica María Teresa Parrado, coordinadora de salud mental de la Secretaría de Salud del Meta, esa es la sustancia más consumida en el departamento, y la edad promedio de inicio es de 13 años. «Hay adolescentes que ya son adictos al alcohol», puntualiza.


Dinamizadores de la economía ilegal


El consumo por parte de los habitantes de calle genera grandes ingresos en la economía ilegal, por esa razón, algunos de ellos se han vuelto parte fundamental para el microtráfico de la ciudad. 


«Antes la droga se exportaba y, debido al crecimiento del narcotráfico, también ha aumentado el consumo interno. No es solo en Villavicencio, es a nivel nacional», asegura Fernando Aya, jefe de la Sijín en el Meta, sin precisar las cifras exactas sobre cuántas bandas dedicadas al microtráfico delinquen en la ciudad. Por su parte, Jorge Palomino, psicólogo que trabaja con los habitantes de calle, dice que este incremento se ve reflejado también en el aumento del consumo y así de habitantes de calle.


«Son dinamizadores de la economía porque consumen, compran. Ellos producen cinco mil millones de pesos mensuales de solo marihuana en los negocios ilícitos (...) son estos pelados que reciclan, pero también están sirviendo para otras cosas negativas, para ayudar y transportar mercancía», agrega Palomino. 


La economía se mueve debido a que los habitantes de calle cuentan con varias fuentes de obtención de dinero, para así conseguir sus dosis diarias; según el mismo censo, en el Meta, las principales formas de generación de ingresos son: mendicidad (42,9%), reciclaje (28,6%), limpiando vidrios, cuidando carros, tocando llantas y vendiendo en la calle (14,3%) y carpintería, electricidad y construcción (14,3%).

Además, Palomino considera que otra fuente de ingreso es la comercialización de alimentos que muchas veces se encuentran caídos en las plazas de mercado o que las personas les regalan. Por ejemplo, «la plaza de San Isidro siempre es el epicentro del rebusque, les regalan alimentos, les dan comida o se roban una papa y la revenden, todo lo que les dan a ellos, van y lo comercializan», agrega.


Con el hurto también obtienen ganancias, ya que roban objetos que pueden vender fácilmente a un precio económico. «Yo tenía puntos fijos donde pasaba la basura y la reciclaba. También tomaba cosas que no eran mías. Si veía un carro por ahí, le quitaba el espejo. Por uno, me pagaban $20.000, pero por dos me daban $50.000. Así lo hacía», afirma Diego, quien recuerda su paso por las calles de la ciudad mientras continúa su proceso de rehabilitación.

Precios y accesibilidad


El 79,8% de los habitantes de calle censados entre 2017 y 2021 consumían sustancias psicoactivas, según el Dane, y en el ámbito nacional, el consumo más común incluye el cigarrillo, el alcohol, la marihuana y el bazuco. En el caso de Villavicencio, Jorge Palomino indica que el chamber es la sustancia más consumida, que consiste en alcohol etílico mezclado con Fresco Royal, Frutiño y rendido con agua. «El alcohol me costaba $4.000 el litro, me lo tomaba con Frutiño. Era mi dosis diaria», recuerda Diego. 


De acuerdo con el Intendente Edwin Ramírez, investigador de estupefacientes de la Sijín, el costo de un cigarrillo de marihuana es de $2.000, y por lo general pesa un gramo. En cuanto al bazuco, agrega, su precio es de $4.000 por gramo, aunque puede variar dependiendo del lugar donde se adquiera. En las llamadas zonas rosa, un gramo de éxtasis puede costar hasta $100.000 o $50.000. En lo que respecta a las recargas de pegante sintético (Bóxer), su valor oscila entre $1.000 y $2.000. Es importante destacar que los precios de estas sustancias pueden variar según el sector de la ciudad en el que se adquieran. Por lo general, muchos compran en las denominadas zonas calientes, como la comuna tres (ver infografía), uno de los lugares más afectados, y luego revenden en los sectores más cotizados de Villavicencio, obteniendo así un mayor beneficio económico.


En cuanto a la accesibilidad, según la Encuesta Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas de 2019, el 54,9% de las personas encuestadas entre 12 y 65 años afirmaron que les resultaría fácil adquirir marihuana. En Villavicencio, estas sustancias se consiguen con facilidad en las llamadas zonas calientes u ollas. Al respecto, Fernando Aya, jefe de la Sijin, afirmó: «En los puntos críticos se actúa dependiendo del comando, implementando estrategias y momentos de impacto con allanamientos y capturas. Pero hay que tener en cuenta que esto es una cadena criminal: el expendedor, el distribuidor y, por último, el habitante de calle como consumidor».


Entre fotografías y papel no se ve el avance

La entidad encargada de esta problemática, principalmente, es la Secretaría de Gestión Social de Villavicencio, la cual cuenta con un programa para habitantes de calle. La coordinadora de este proyecto, Milena Tibambre, asegura que han estado implementando la Política pública social para habitantes de la calle (2022 - 2031), que expidió el Ministerio de Salud y Protección Social (decreto 1285 del 2022). También, comentó que realizan periódicamente jornadas de caracterización para conocer los datos principales del habitante de calle; además, desarrollan varias actividades con ellos durante el año, como la celebración del Día de la vida, y con la comunidad civil charlas de prevención. Sin embargo, en el Plan de Desarrollo municipal no hay ninguna política pública enfocada hacia esta población.

Por su parte, la Secretaría de Salud del Meta, aunque no tiene un programa enfocado a los habitantes de calle, sí maneja uno de prevención al consumo y una estrategia donde trabajan con poblaciones vulnerables, también ofrece ayuda de profesionales.


Ante estas estrategias, Jorge Palomino expresa que solo se están haciendo por cumplir y tener algo en el papel: «Ahora la política pública de esta regla es universal. Hagamos prevención y ya, 16.000 niños están en prevención y ya, listo, firman y toman la foto. Eso nos está afectando a todos». También, considera que los programas sí deben estar encaminados en prevención, pero sobre todo enfocados en la atención y la reinserción de capacitación y emprendimientos para aquellos que están en procesos de rehabilitación de calle. Esto se conecta con lo que dice Elkin Zapata: «en el papel está la ejecución, pero no se hace efectiva (...) no funciona, porque los pocos recursos que disponen los invierten donde no son».

En cuanto al presupuesto, no se logró conseguir la cifra exacta de recursos que se le asignan a los programas para habitantes de calle, ni siquiera la secretaria de Gestión Social conoce el dato. 

Otra crítica que hace Palomino al trabajo de las entidades es la falta de articulación entre estas, ya que la política pública del municipio no está siendo integral, cada entidad trabaja a su manera poniendo objetivos para satisfacer sus intereses, pero no hay una articulación efectiva, la cual es necesaria para trabajar en conjunto y así tener el control. 

Efectos contra la salud pública 


Con el aumento de habitantes en calle se han agudizado varias problemáticas en la ciudad, una de ellas es que están utilizando las zonas públicas para hacer sus necesidades fisiológicas. Una muestra de esto es lo que está sucediendo a las afueras de la Institución Educativa Francisco José de Caldas, donde se ven excrementos y residuos de basuras. Se está volviendo un corredor de consumo, lo que dificultad y pone en riesgo la salud de los estudiantes. Otra problemática es el aumento de tuberculosis y enfermedades de transmisión sexual, como el VIH en habitantes de calle. «Villavicencio está en el tope más alto en cuanto a enfermedades de transmisión sexual», asegura Milena Tibambre, coordinadora del programa Habitantes de Calle. 


¿Qué se puede hacer?


 Aunque no existen soluciones concretas, hay diferentes maneras en que la ciudadanía podría ayudar a controlar la situación; entre ellas, no dar limosna. Las autoridades y los profesionales en el tema aseguran que, cuando se da dinero, se les está facilitando el consumo. Otra de las posibles alternativas es sacar la basura en los horarios correctos, debido a que los habitantes de calle, al momento de reciclar, dejan los residuos tirados, aumentando la contaminación. Las autoridades también tienen mucho por hacer, articular e implementar estrategias efectivas hacia la resocialización y, por lo menos, tener claridad del presupuesto para implementar más programas hacia esta población y hacia comunidades vulnerables.

Por: Natalia Peláez, Johana Bolívar, María José Díaz, Valentina Velásquez y Linda Romero.

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