María Longa es una artista llanera que ha realizado murales en varios municipios de Colombia, especialmente en Villavicencio. Gracias a su mamá aprendió a amar el arte, el cual se ha convertido en un estilo de vida y una forma de relajación. Y aunque significa mucho para ella, su proceso no ha sido fácil, sobre todo, por el acoso y los prejuicios.
La Pluma habló con ella para conocer un poco más de su carrera profesional y los retos que ha afrontado.
¿Cómo incursionó en el arte?
Mi mamá es profesora de artes plásticas, entonces, cuando estaba embarazada de mí, ella cursaba su último semestre en la Universidad de La Sabana. Siempre estuve rodeada de lienzos y pinturas desde muy pequeña. Siempre me inculcó el amor por el arte. Hay un recuerdo que ella me cuenta: cuando yo tenía dos años dibujé un Carlitos (de Aventuras en Pañales) y ella quedó muy sorprendida.
¿Cómo empezó en el muralismo?
Lo empecé también a través de mi mamá, como a los 11 años. Todas mis tías se dedican a la pedagogía y tenían un jardín infantil. Ahí mi mamá hacía los murales, yo le ayudaba a pintar. Después lo empecé a ver como un proyecto laboral y un estilo de vida. Y desde hace 10 años, cuando tenía 16, empecé a trabajar. Luego de mi embarazo, empecé a crear un portafolio, quería incluir plantas y naturaleza en general. Después empecé con el realismo humano y fue ahí donde me contrataron para pintar un vikingo en una bodega de CrossFit.
¿Qué opina de la frase: ‘el arte como forma de revolución’?
Me encanta, yo siento que el arte es súper importante y el muralismo tiene algo muy especial. La idea es que las personas que tengan contacto con el mural, se lleven el mensaje que la artista quiere transmitir, por lo que existe una comunicación. Entonces, yo siento que es un canal para hacer algún tipo de protesta.
¿Qué significa para usted pintar?
Para mí, es una forma de meditación. Cuando tengo momentos difíciles y estoy estresada, el muralismo me ayuda a despejar mi mente y tranquilizarme. Como son largas las horas de pintura, entonces ahí tengo todo el tiempo para relajarme, meditar y pensar.
¿Qué busca representar a través de sus murales?
Siempre busco pintar las flores y los animales que tienen una historia en cada parte a la que voy, hacer un registro histórico con cada mural, como lo hice en veredas de Cáqueza.
¿Cuál es el elemento qué más predomina en sus murales?
Las plantas. El color también juega un papel muy importante en los murales, siempre se caracterizan por tener bastante color.
¿Cuál de los murales es su favorito?
Todos tienen un gran significado, forman parte de un proceso y tienen un gran valor, son el resultado de quien soy ahora. Sin embargo, admiro algunos por ser muy grandes, por ejemplo, la catrina de cinco metros que pinté para el restaurante Guanajuato, que tuvo muchos retos, empezando por el fondo. Sinceramente, me cuestan mucho los formatos pequeños, ya estoy acostumbrada a pintar murales grandes.
¿Siente que el muralismo, el arte y la cultura tienen el apoyo que necesitan en nuestra ciudad, especialmente de la Alcaldía?
Como he estado de viaje por uno o dos años, no he podido ver todo el proceso que ha desarrollado la Alcaldía en cuestión de cultura. Pero por lo que he podido compartir acá, he visto que la administración de Harman y Corcumvi, en comparación con las administraciones pasadas, ha entregado más estímulos para la cultura; por ejemplo, el concierto de Aterciopelados me pareció increíble, la participación también de Metaltouch, eso demuestra que Corcumvi le ha dado más participación a otros géneros musicales, lo que antes no sucedía, ya que solo era música llanera o popular. Sin embargo, considero que las administraciones podrían dar más.
¿Ha tenido un suceso negativo en su vida que le haya hecho pensar en dejar el arte a un lado?
Sí, porque así como hay clientes maravillosos, también hay personas que tienen mucho poder y resultan peligrosas. Hubo uno que me trató muy mal y me acosaba. Me hizo llorar mucho y dudar de mí, hasta pensar que él tenía razón, al decir que no era buena y que no tenía una buena técnica.
¿Qué es lo más interesante que ha vivido en su proceso como artista?
Viajar. En una época de mi vida, con amigos decíamos, vámonos para Medellín a hacer arte, y nos íbamos. Después para Cali y llegamos hasta Santa Marta. Me conecté con el mar y me enamoré de la ciudad. Me gustó tanto que me quedé ocho meses. Para mí eso fue increíble, una gran experiencia.
¿Cuáles cree que son los retos que enfrenta una persona al escoger dedicarse al arte?
En este país es muy difícil; primero, por la visión que tienen las personas del arte y del circo. A los artistas nos tienden a juzgar por la apariencia, por estar tatuados, y siempre nos dicen que un artista no tiene futuro. Pero últimamente he visto que somos muchas más las mujeres que participamos en el arte y en el muralismo. Estoy muy alegre por eso y porque existen muchas más plataformas para visibilizar el arte.
También creo que es difícil por la parte económica, la gente no le da el valor que le corresponde al arte, consideran que todo es barato. Sin embargo, creo que hoy en día hemos avanzado respecto a la visión que se tiene sobre el artista y sobre su importancia, ya que considero que el arte es esencial para la memoria.
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