El bullying es un acoso, un maltrato físico, psicológico o verbal que se produce de forma reiterada entre los infantes y en muchas ocasiones lo consideramos un juego entre niños.
Al ser un caso que se da entre menores de edad, no tienen en cuenta esa raya que no deben cruzar, ni toman en consideración las consecuencias traumáticas que esto puede causar en la salud mental de la víctima, como depresión, dificultad para comer o dormir, impulsividad, pérdida de interés, entre otros.
De acuerdo con Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en el año 2021 se registraron 275 suicidios de menores entre los 5 y 17 años.
En algunos cambios de actitudes y conductas en los niños y adolescentes se pueden encontrar factores base que influyen en esos cambios, los cuales no se dan por ‘gusto o madurez’.
Dicho lo anterior, Victoria Cabrera, psicóloga de familia e investigadora de la Universidad de La Sabana, precisa que no solo se debe prestar atención a la víctima, «quien se deprime y piensa en el suicidio», sino también al victimario, «el que se la monta a otro niño» y a los espectadores «si alientan o ayudan en la situación».
Por otra parte, Cabrera invita a los padres de familia a estar atentos a las señales que les ayude a identificar si su hijo es víctima o victimario de bullying.
Esta es una problemática a nivel mundial donde los niños y los adolescentes por miedo y/o vergüenza, no cuentan su situación y se encierran en sí mismos cayendo en depresión y desesperación, donde la única salida que encuentran para terminar con ese acoso escolar es el suicidio.
Según un estudio de la Unesco, dos de cada diez alumnos sufren en todo el mundo algún tipo de matoneo.
Debemos estar alertas para brindar ayuda a cualquier niño o adolescente que se encuentre enfrentando esta situación en conflicto consigo mismo. No podemos hacernos los ciegos ante este fenómeno; las cifras son preocupantes, basta ya de normalizar y tolerar el bullying.
Pese a esto, la Defensoría del Pueblo hizo un llamado para que las familias le presten atención a la salud mental de los niños y adolescentes.
Tenemos la necesidad de generar un cambio, esta tarea inicia en las familias, quienes deben enseñar a sus hijos sobre la diversidad y, que la educación sea un factor positivo en este proceso de aprendizaje por el respeto y derecho a la vida teniendo un crecimiento personal de empatía con el entorno que los rodea.
También, se requiere de unas políticas públicas para que el gobierno garantice la disminución de las cifras de suicidio en los infantes.
Comentarios