Por: Laura Alejandra Clavijo Villalba
Aún recuerdo el día en que me enteré de su muerte. Fue una absoluta coincidencia, era una simple visita como cualquier otra en casa de mi mejor amiga, hasta que, en la tarde la señora Edith llega aturdida de sus labores, y nos cuenta que a una pequeña niña no le pudieron salvar la vida, que su nombre era Zhara.
Con apenas cuatro años de edad, aún no ataba cabos, pero me partió el alma el hecho de saber la forma en que murió.
Unos años atrás, doce, aproximadamente, empiezo a tener un poco más de socialización con mi familia. Por un tiempo fui de suma importancia para la vida de mis tíos, quienes me adoptaron por unos meses y solo los fines de semana, para liberar a mi abuela un poco de la carga que tenía al cuidar a tres nietos casi de la misma edad.
Comienzo a conocer la familia de mi tía política, ella tiene dos hermanos, un hombre mayor y una chica cinco años mayor que yo, el hermano de mi tía tenía un hijo pequeño, contemporaneo a la edad de mi primita, la hija de mis tíos.
Pasaron unos meses y desafortunadamente escucho de manera accidental de la muerte del hijo de Carlos (el hermano de mi tía política), era tan solo un chiquito, no tenía más de cinco añitos, pero por cosas del destino la vida prefirió llevárselo, dejando a una familia realmente afectada, y siendo sincera, no creo que sea fácil recuperarse pronto de un golpe tan fuerte.
Recuerdo, con mi memoria no tan lúcida, el disgusto en ese momento por parte de la familia política con la pareja y madre del bebé fallecido de Carlos, ellos la culparon de alguna manera de su muerte, argumentando que fue una madre descuidada.
Esta familia, en especial la pareja de padres desafortunados, deciden alejarse por un tiempo para poder confrontar el luto que su hijo les provocó.
Carlos siempre fue un señor dedicado a su trabajo y familia, comenzó a trabajar duro para alcanzar sus propósitos, siendo un hombre muy hábil para los negocios, decidió emprender, y fundar un comercio de comidas que hasta la fecha es excepcional, así, laborioso y ocupado, se mantuvo durante años.
Él, después de unos años, decide regresar con Oralia, su antigua pareja y madre del pequeño fallecido, cabe resaltar que por lo que escuchaba por parte de mis familiares, su relación era totalmente un infierno, pero siempre estaban juntos. Emprendieron ambos, creando otro negocio de comidas y brindándose apoyo mutuo para poder vivir una vida más activa.
En 2012 esta pareja decide traer al mundo otra criatura, esta vez fue una niña a quien llamaron Zhara, era idéntica a su hermanito que estaba en el cielo, es como si hubiese bajado de este para poder devolverles la felicidad que habían perdido unos años atrás.
Zhara nace muy bien de salud y es muy querida por todos. Creímos por un momento que sería el fin de los problemas de convivencia para esta pareja, que esta nueva bebé haría que se amaran más, los uniría y funcionaría como un factor de cambio positivo en su relación, al principio estaba resultando todo como lo proyectamos, pero solo fue así los primeros dos años de vida de Zhara.
Milena, la tía de Zhara, la que me lleva cinco años de edad, fue la encargada del cuidado de esta pequeña desde que nació, claro está que, con ayuda de su madre, ambas cuidaban y protegían a la pequeña de cualquier acontecimiento, además de brindarle amor indudablemente. La niña fue creciendo y seguía siendo la misma estampa de su hermanito, era impresionante el parecido entre los dos.
Oralia, la madre de la niña, decide terminar la relación que tenía con Carlos, y esta, queda con la custodia de la niña tras atravesar un proceso legal que la acreditó como la única encargada del bienestar de su hija, dejando a Carlos en un segundo plano, donde solo se le permitía verla cada fin de semana y además debía realizar un aporte económico.
Dicha posición lo señalaba de ser un hombre que solo veía a su hija como una obligación, cuando la realidad estaba muy lejos de ser así.
Con esto, la familia de Carlos siente un poco de miedo y resentimiento, ya que, Oralia tenía responsabilidades muy grandes y el cuidar a una pequeña no sería tan fácil después de todo, pero no se podía hacer mayor cosa.
Los fines de semana, Carlos llevaba a Zhara a pasear, y a estar al lado de las tres mujeres que complementaban su vida, Clara, quien era su madre, Diana, su hermana y mi tía, y finalmente Milena, su hermana menor.
La pasaban muy bien y disfrutaban mucho de la gran personalidad de Zhara, ella era una niña a la cual podías cogerle cariño rápidamente, con un gran humor y sumamente inteligente.
Fue el tercer cumpleaños de Zhara, y organizaron una fiesta a la que fui invitada, pude evidenciar la alegría que llevaba esta pequeña en su corta vida, muy inteligente, social y amable.
No sabía decir algunas palabras, pero lo que lograba decir era muy coherente para su edad, en realidad era un espectáculo, cualquiera pensaría que era mayor.
En 2017 a pocos meses de que Zharita cumpliese sus cinco años, su tía Milena como de costumbre quiere llevarla consigo a una actividad de fin de semana, pero al final no puede , esto hace que Oralia la madre de la niña tenga que acoplar sus planes para agregarla a su fin de semana.
El día surgía bien, pero Milena se sentía triste de no llevar a su sobrina al lugar que le había prometido, su cuñada enojada un poco, le dijo:
- No hay problema, yo me la llevo y muchas gracias. Con tono disgustado por la situación.
Pero aun así Milena sentía que la abordaba una tristeza profunda.
Oralia junto con su pareja y Zhara, salen a disfrutar de un día caluroso, iban en motocicleta hacia un balneario ubicado a las afueras de Villavicencio, todo estuvo bien según lo que narró Oralia, pero de regreso ocurrió un suceso que jamás habríamos pensado.
De regreso, conduciendo a alta velocidad, en una vía de la vereda Vanguardia, en una intercesión que lleva a la entrada de un conjunto campestre, la familia choca fuertemente contra la parte lateral del frente de un auto, el cual se dirigía hacia la entrada del conjunto.
Zhara quien iba de pie en la parte delantera de la moto se lleva la peor parte del accidente, pues ella quedó entre la motocicleta y el hombre que manejaba, Oralia salió volando y el hombre que iba en el auto se baja a prestarles ayuda junto con más personas que presenciaron el terrible e impactante suceso.
Después de cuarenta y cinco minutos llega la ambulancia a asistir el aparatoso accidente, dirigiendo a Zhara a la Clínica Martha de Villavicencio, donde llegó con signos vitales pero el fuerte impacto le produjo una hemorragia interna que le provocó la muerte.
Su padre y demás familiares no podíamos creer lo que había sucedido, por segunda vez Carlos perdía un hijo de la misma mujer, y en esta ocasión de manera más trágica.
Sentí frustración cuando la señora Edith me cuenta de la situación, pero tristeza por saber que quizá a la madre de Zhara jamás le importó la vida de ella, reconfirmé el accidente con mis familiares y no podía dejar de pensar por el mal momento que pasaba Carlos y su familia.
A esta chiquita le arrancaron la vida, por la imprudencia de personas adultas y en un abrir y cerrar de ojos todo se derrumbó dentro de nuestros corazones.
Hoy, después de preguntarle a Carlos algo sobre ese maldito día, solo obtengo lágrimas y un dolor que probablemente jamás sanará.
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