Cuando se trata de ayudar muchos se limitan, sin embargo cuando se trata de enjuiciar todos están con la absoluta disposición. Es que efectivamente estamos sumergidos en una sociedad que se escandaliza por hechos absurdos mientras los jóvenes sufren masacres, el gobierno roba y pretende disfrazarlo, entre otras catástrofes sociales que suelen ocurrir a diario.
El aborto o interrupción voluntaria del embarazo es un tabú en un país subdesarrollado y ultraconservador como lo es Colombia. En el 2006 se decretó que existían solo 3 situaciones en las cuales se permite este procedimiento sin penalización: La primera es cuando constituya peligro para la salud física o mental de la mujer certificada por un médico; el segundo causal se involucra con la malformación del feto que haga inviable su vida de igual forma certificada médicamente y por último cuando la concepción fue resultado de un acceso carnal violento (o abuso sexual) debidamente denunciado.
Cuando se habla de responsabilidad frente a estos actos se culpa a la mujer, ya que es ella quien por nueve meses debe cargar literalmente con el peso de ser madre. Se recrimina que existen muchos métodos anticonceptivos a los cuales puede acceder fácilmente a través de la eps o la entidad Profamilia que es muy conocida.
Y pues si es responsabilidad concientizarse de que si no quiere quedar en embarazo debe evitarlo a toda costa; pero ¿Qué hay del margen de error? ¿qué sucede cuando el método falla?, pues existe esa posibilidad, ¿qué sucede cuando se confía en la pareja sin uso físico de anticonceptivo? La responsabilidad es compartida, ambos son partícipes en el acto, aun así es asunto de la pareja y sin la intervención de un tercero, pues nadie puede decidir por los deseos de los demás.
Las mujeres que quedan embarazadas mientras usan un método anticonceptivo podrían aportar un gen que descompone las hormonas comunes en los anticonceptivos, según investigadores del Campus Médico de la Universidad de Colorado en Anschutz, Estados Unidos.
En el estudio observaron a 350 mujeres sanas con una mediana de edad de 22,5 años y un implante anticonceptivo en vigor durante entre 12 a 36 meses. Los autores encontraron que el 5 por ciento de las mujeres analizadas tenían un gen llamado CYP3A7 * 1C, que generalmente está activo en los fetos y luego se desconecta antes del nacimiento. Entonces la culpa no es de irresponsabilidad sino ya es un dilema hormonal difícil de controlar.
Cuando se trata de enjuiciar este tipo de actos todos se refugian en la religión y en el derecho fundamental (el derecho a la vida), pero existe un inconveniente más grande que la interrupción voluntaria del embarazo, cuando no se desea realmente desenlazar otros hechos, como el maltrato infantil, el abuso sexual, incluso el abandono.
¿Dónde están las personas que se preocupan por la vida cuando existen niños en los semáforos pidiendo plata, vendiendo dulces, siendo maltratados? No están cuando les vulneran sus derechos, no les evitan el sufrimiento en vida, pero se puede evitar ese padecimiento si se interrumpe el embarazo a tiempo.
Según la Unicef, en el 2019 alrededor de 1.5 millones de niños, niñas y adolescentes en Colombia, entre los 5 y 16 años, no van al colegio por distintas razones. La inequidad social y económica es la principal causa de este panorama. A esto se suman los reportes por abuso infantil, pues en abril del presente año el ICBF reportó la apertura de 1.250 procesos administrativos de restablecimiento de derechos a niños que fueron vulnerados al interior de sus hogares, allí es donde llegan los hogares sustitutos a continuar el proceso de formación, pero son niños que ya se encuentran frustrados e indispuestos ante la vida, y frente a esta situación las iglesias no se reportan a ayudar.
Es que, de acuerdo con cifras del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) el 41% de los menores de 18 años en el país han sufrido algún tipo de maltrato, ya sea físico, psicológico o sexual. Frente a esto me pregunto ¿Dónde están todos esos defensores de la vida, esos pro-vida que buscan garantizar el derecho a una vida digna?
Según la constitución de 1991 se estipula que Colombia es un estado laico, en el cual la Iglesia no tiene poder para intervenir en el ámbito político, pero esto no se tiene en cuenta cuando la única oposición para legalizar el aborto la impone la Iglesia por el respeto a la vida, y lo justifica diciendo quienes somos para quitar la vida, pero cuando los mismos sacerdotes vulneran otros derechos y abusan de los niños ¿Dónde está la ley y la palabra de Dios frente a estas atrocidades?
En 2019, el periodista Juan Pablo Barrientos publicó el libro Dejad que los niños vengan a mí, en el que revelaba una serie de casos de presunto abuso sexual por parte de sacerdotes en varias regiones de Colombia. Desde que lanzó su libro, el periodista ha recibido 200 denuncias de nuevas víctimas y emprendió acciones legales para acceder al Archivo Secreto, el documento que tienen las arquidiócesis sobre los sacerdotes bajo su jurisdicción.
Respecto al factor médico, muchas madres, aún con la esperanza y la certeza de dar a luz, han perdido a la hora del parto a su bebé. Además, el hecho de que no sea legal no implica que no lo hagan, existen muchas mujeres que lo hacen a escondidas y en varios casos no han sido con las mejores condiciones que incluso se han visto afectadas en el aspecto de salud. Entonces no consideran que sea la mejor opción legalizarlo, para así brindar un acompañamiento médico que certifique y monitoree la salud física y mental de la implicada.
Ser madre es difícil y una cuestión de decisión, es algo muy propio donde si no tengo la disposición de ayudar, no debo oponerme, al fin y al cabo la decisión es únicamente de la persona que se hará responsable de esa “vida”.
Personalmente confirmo mi deseo de ser madre en algún momento de mi vida y espero estar lista para cuando ese momento llegue, mientras tanto estaré dispuesta a acompañar a quien desee interrumpir su embarazo, pues es un proceso muy complejo tanto físico como psicológico para la madre.
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