top of page
Foto del escritorLa Pluma

El año de la purga negra

Por: Daniela Villamil Montoya

Es penoso observar como el 2020 ha sido el año en exceso de mortalidad a causa de la posible secuela de la esclavitud que perdura en pleno siglo XXI.


El sentimiento irracional de superioridad de una persona sobre otra es la constante que condena a las comunidades vulnerables y las obliga a ser reprimidas.


Esta realidad, que debió cambiar el 21 de mayo de 1851 con la abolición de la esclavitud en Colombia y en 1863 con Estados Unidos, sigue siendo la causa de muerte de miles de afroamericanos, como fue el caso de Ahmaud Arbery o el de George Floyd.


No obstante, la viralización de estos asesinatos a manos de la policía de Estados Unidos desencadenó gran indignación manifestada en protestas con el lema ‘Black Lives Matter’ (las vidas de los negros importan); sin embargo, a pesar del esfuerzo de las luchas sociales que intentan resaltar el abuso y la violencia política que se vive actualmente, la cifra de muertos sigue en ascenso.


El racismo es consecuencia del abuso de poder por parte de los gobernantes, que mantiene un interés por no visibilizar los prejuicios y la exclusión por temas raciales y étnicos; la Asociación Nacional para la Progresión de Gente de Color (NAACP) confirmó que el racismo sistemático en la política sí existe, asegurando que los negros tienen un mayor riesgo de ser asesinados por la policía, a pesar de que es menos probable que representen una amenaza objetiva para las fuerzas del orden.


A esto se añade las cifras de base de datos actualizada al 30 de agosto del presente año por el Mapping Police Violence, evidencia como los negros han sido el 28% de los asesinados por la policía en 2020 a pesar de ser solo el 13% de la población.


De manera semejante, en Colombia el racismo y las reivindicaciones son panoramas que se someten al callar cualquier actuación de desigualdad política que constituye el interés en la aceptación y surgimiento de un imaginario nacional donde todos somos iguales.


Hago mención de lo anterior porque a pesar de que ya ha pasado un año de la muerte de María del Pilar Hurtado, líder comunitaria de la Fundación de Víctimas Adelante con Fortaleza (Funviavor), me produce indignación por la ineficiencia del gobierno para esclarecer el asesinato de la afrocolombiana enfrente de su hijo que suscita la falta de humanidad y justicia en nuestro país, sin mencionar las masacres que tenemos que aceptar como muertes colectivas y olvidarnos de todas las crisis sociales que se han registrado en solo un año.


Con lo anterior no he querido salirme del tema principal, sino evidenciar que además del racismo también hay otras realidades que se articulan en consecuencia de la falta de una mejor estructuración y manejo político.


La Constitución Política Colombiana reconoce explícitamente el derecho a la igualdad, al establecer que las personas son iguales ante la ley y que gozarán de los mismos derechos y oportunidades, pero según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) en los municipios con mayor porcentaje de población afro (que es donde se concentra el 59% de esta población), el 48% de los hogares son pobres, el 59% tiene bajo logro educativo, el 37% no tiene acceso a una fuente de agua mejorada, y el 20% tiene al menos una persona que no sabe ni leer ni escribir.


Otras cifras alarmantes, empleando datos de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV), el 22% de los 4,7 millones de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras son víctimas del conflicto armado.


En definitiva, las cifras anteriores permiten analizar cómo las precarias condiciones de vida de miles de afrocolombianos y la afectación del conflicto sobre sus territorios está totalmente normalizado.


Por lo tanto, ahora más que nunca debemos luchar para que el significado de la vida sea valorado y sin ser experta en estudios del racismo, propongo que la educación es la mejor manera de iniciar a visibilizar las luchas que aún no descansan. Del mismo modo culpo el racismo sistemático en la política por menospreciar a las poblaciones vulnerables que son oprimidas por la desigualdad.

0 comentarios

Comments


bottom of page