Se le presentaron diferentes opciones para ser sacerdote o trabajar en diferentes campos pero eligió según él, la mejor opción de trabajar por su corregimiento.
Son las once de la mañana y por las pocas cuadras polvorientas del corregimiento de Bodega Central, se vislumbra la miseria en la que vive esta población, ubicada sobre el río Magdalena.
La temperatura a esta hora del día, alcanza los 37 grados centígrados y no hay un lugar a la sombra, donde no se respire la brisa ardiente que golpea a sus habitantes a medio día.
El corregimiento Bodega Central, pertenece a la jurisdicción del municipio de Morales, sur de Bolívar y según nos cuenta un habitante Lujer Meneses Matos, tiene 1226 habitantes con aproximadamente 238 viviendas.
Pero ¿qué tiene de especial este sitio ubicado en medio de la selva tropical del magdalena medio? La respuesta es su líder comunal que evitó en el 2002, el desplazamiento masivo de sus habitantes hacia los municipios de Barrancabermeja, Morales e incluso Bucaramanga.
“Hace 14 años regresé a Bodega Central, tenía la oportunidad de continuar un trabajo con la comunidad Los Misioneros de los Santos Apóstoles para ser sacerdote o trabajar en alguna universidad en Bogotá, devengando un buen salario, pero pudo más el amor de pueblo”, explica Lujer Alberto Meneses Matos.
452 jóvenes entre los 15 y 28 años habitan en el corregimiento de Bodega Central, ubicado a dos horas del municipio de Morales, sur de Bolívar, atravesando el Magdalena Medio por lancha rápida.
Y es que este amor hacia su pueblo, se puso a prueba cuando Meneses Matos se enteró de la trágica noticia de una incursión paramilitar, en la que reunieron a toda la gente de Bodega Central en el árbol conocido como Suan.
“En este sitio asesinaron delante de los niños, jóvenes y mujeres, al peluquero del pueblo a quien le abrieron el estómago y lo llenaron de piedras para intimidar a la población”, dice consternado Lujer Alberto.
A pesar de la situación de violencia y el peligro que podía correr su vida, Lujer le apostó a regresar para defender a su comunidad y hacer valer sus derechos ante los paramilitares.
Los pobladores de Bodega Central se dedican a la pesca y ganadería en un 90%.
Fue así que decidió enfrentarlos y manifestarle a su gente “que era nuestro territorio, nuestra tierra, lo que queríamos, que no sabíamos hacer otra cosa que cultivar y que en una ciudad íbamos a aumentar los cinturones de miseria”, explica emocionado este hombre de 27 años.
El tesón y valentía que acompañan a este hombre de contextura delgada y piel quemada, fueron suficientes para convencer a los ciudadanos de Bodega Central para desistir abandonar su querida tierra.
“Dios me dio la gracia de poder llegarle a mi gente y aquí estamos para contar que fue uno de los pocos pueblos bolivarenses que no tuvimos desplazamiento y nos quedamos aquí para hacerle frente a los grupos ilegales al margen de la ley. Hoy gozamos gracias a nuestra gestión con una estación de Policía que ha sido de gran ayuda para nuestro corregimiento”, señala el líder comunal. Sin embargo, la felicidad para Lujer no es plena porque según él, existen aún 20 personas desaparecidas de las que hoy en día, no se sabe de su paradero y tampoco se han encontrado sus cuerpos.
“Un 16 de julio, se realizó una mini-teca y los paramilitares obligaron a dar plata para esa celebración. Ese día a un niño lo encontraron con droga en su pañal. De ese bebé y su madre nunca se supo nada”.
Los pobladores de Bodega Central, seguirán confiando en la titánica labor de su líder, a quien observan con respeto y admiración, esperando que muy pronto, este hombre que abandonó un futuro promisorio, pueda aspirar a un cargo de elección popular, para que promueva varios proyectos que tiene en mente, como es, la construcción de un escenario para la cultura y el deporte en su corregimiento.
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