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Foto del escritorLa Pluma

36 años de un amor enfermizo

Por: Daniela Paola Villamil


Todo inició como un suceso básico de violencia psicológica, la cual no era regular en su momento pero que poco a poco iría influyendo en mí vivir.

Para mí, como para Daniel, todo empieza en el barrio Siete de Agosto un siete de marzo de 1973, creí haber encontrado el verdadero amor de vida, quien cambiaría el pensamiento abrupto que tenía acerca de los hombres, pero es aquí, donde todo empieza a tornarse gris.


El amor que siempre había buscado, no era el que esperaba, era más ordinario, más brusco, y menos solidario con el pensamiento conjunto, era una búsqueda total de su beneficio, pero nunca del mutuo.


Daniel se fue convirtiendo en lo que siempre temí, en un amor violento, el cual intentaba no encontrar para mi vida, él tenía el mismo ideal de los campesinos de mi pueblo, que traer alimentos al hogar le daba el derecho de ostentar violencia psicológica o física.


Luego viene lo que se convierte en el punto que creía, sería el lazo más fuerte para que todo tornara más tranquilo, mi embarazo.


Él siempre comentaba que soñaba con tener un varón y esperábamos que Dios nos brindará eso, cuando él se enteró de la gran noticia, se le veía contento y lleno de esperanza, pero no cambiaba su actitud fluctuante de violencia psicológica.


Yo me preguntaba ¿será que me pega así embarazada?, es aquí donde el lazo del respeto se rompe por completo, el amor se desprende y se vuelve más un depender, para sobrevivir.

Aquí es donde en realidad siento que empieza todo, viene la primera golpiza, donde me propina alrededor de diez patadas y cinco puños en la zona abdominal, el miedo se tornaba mayor de lo común, ya no sólo era mi vida, si no la de nuestro primogénito.


"Cada vez tenía más cansancio, vómitos, mareos, el sangrado era más recurrente pero no era posible conocer la condición interna del bebé"

En esa primera etapa tuve bastantes periodos de sangrado, donde creía perder a mi hijo o algo similar, pero no fue así, el pasar del tiempo y el poco apoyo en la casa por motivos del embarazo eran más notables, ya no podía realizar las tareas del hogar con la misma facilidad, no podía agacharme, era más lenta y cada vez me sentía más débil.


Pero al parecer eso no era importante para él, sólo me recordaba el hecho de mis deberes como mujer, que eran absurdos y obstinados a lo machista, cada vez tenía más cansancio, vómitos, mareos, el sangrado era más recurrente pero no era posible conocer la condición interna del bebé, porque no era el mismo modelo de salud que hoy en día conocemos, ni se contaba con la misma tecnología.


Cada vez que se embriagaba, no me era posible realizar las labores del hogar, me agredía física o psicológicamente, ya estaba cansada de esto, todos me decían que me alejara, que me fuera al pueblo de mis padres, pero me daba miedo, él era el amor de mi vida, estaba cegada por el amor y el miedo de que ocurrieran peores casos.


Asimilar que toda mi infancia viví bajo las órdenes de mi padre no era tan fácil, pero cada vez que traía a mi mente estos recuerdos, deseaba estar con ellos. Mi fuerza cada vez se veía más desvanecida, mi deseo de vivir, ya no era el que me mantenía viva, sino el deseo de querer sacar adelante el bebé que traigo conmigo y cumplir ese tan anhelado sueño que Daniel tenía.


"Mis obligaciones en la casa eran las de servir siempre a papá, lavar su ropa, cocinar, barrer la finca, dar de comer a los animales"

Al nacer nuestro primogénito, Jairo, era igual que su papá, de tez morena, robusto y grande, todo lo que él siempre soñó y lo que yo quería para complacer ese deseo que siempre habíamos tenido.


Nunca esperé que volviera la felicidad a nuestro hogar, pero en mi etapa de recuperación todo fue más tranquilo, los juicios de Daniel eran menos reiterados e intentaba entender mis ideas y acoplarse a ellas, pero siempre entraba la incertidumbre de tal cambio.


Este tiempo de tranquilidad trajo consigo el recuerdo del amanecer y el aroma a tranquilidad que junto con la brisa de las frías mañana rozaban mi piel cada que me dirigía a las 4 a.m. a preparar agua de panela para mis siete hermanos.


Mis obligaciones en la casa eran las de servir siempre a papá, lavar su ropa, cocinar, barrer la finca, dar de comer a los animales: pollos, vacas, perros, gatos y todas esas cosas que son normales en la vida de campo, así me sentía, libre, menos cargada, con algunas responsabilidades manejables, pero no condicionada al hecho de esperar golpes y maltratos a cambios.


Luego, vino algo que nunca esperé, mi esposo enfermó de una manera que tuvo que dejar de trabajar por más de 15 días, por ello salí a las calles a apoyar y buscar el sustento para mi hogar.


"Me propina una golpiza la cual deteriora toda mi mandíbula y zona lumbar, era la primera vez que iría a ser atendida por un doctor"

Cada cosa nueva que hacía me traía recuerdos gratos de mi infancia o de mi padre, recordaba con esto, las calles sin pavimentar, aunque nunca fueron problema al único medio de transporte, vieja mula o caballo, como en los que solía montar papá para ir al pueblo a vender nuestras cosechas, estos recuerdos me motivaban a no darle el mismo destino que a mis siete hermanos, el de pasar una noche con hambre.

En mi primer día de trabajo, o si se le puede llamar así al salir en búsqueda de vender cosechas, eso fue lo primero que se me vino a la cabeza, era incentivada por Jairo.


Él era quien ponía fuego de nuevo a ese deseo de seguir luchando por mi vida, pero cuando todo parecía color de rosa, sucedió algo que no esperé jamás, de nuevo estaba sangrando bastante, me dolía muchísimo el estómago, el vómito no era manejable, pues entendí que estaba embarazada.


He aquí mi segundo embarazo sin esperarlo, ahora cada vez todo tornaba más gris, Daniel estaba contento de nuevo, pero desligara su felicidad, siempre intentaba ser tranquilo, pero bueno, el contexto de violencia, se salió del hilo.


El tercer suceso, ocurre en la casa de uno de sus amigos, donde me agrede de manera indescriptible la zona lumbar, el rostro, pero lo más preocupante, la parte abdominal.


El terror se apoderaba de mí con sólo verlo, ya no podía entender cómo luego de tanto tiempo ese hilo nunca se había roto con tanto odio, pero bueno, la violencia nunca dejó de ser, era insaciable e incesante para él.


"Ya finalizando mi tratamiento, decido volver a mi hogar, con mis hijos, y me doy cuenta de que mi esposo me estaba engañando"

Al vivir todas estas experiencias, quedé en estado de gestación de nuestro hijo, el último para mí, estaba algo agotado de no poder cumplir el sueño que tanto anhelaban, es aquí donde se destacan los sucesos de manera más drástica.


Me propina una golpiza la cual deteriora toda mi mandíbula y zona lumbar, era la primera vez que iría a ser atendida por un doctor en un centro médico o bueno, un partero más claro, al parecer todo estaba bien, pero debía quedarme en la ciudad un respectivo tiempo para mantener el tratamiento que me estaban llevando a cabo.


Todo tornaba mejor, esperaba que los días que no estuviera en la casa, Daniel pensara acerca del vivir sólo, de una vida sin depender de que le hicieran las tareas del hogar, pero es allí donde todo mi amor se va a la basura.


Ya finalizando mi tratamiento, decido volver a mi hogar, con mis hijos, y me doy cuenta de que mi esposo me estaba engañando.


El mundo se me derrumbó, él era mi todo y se veía envuelto en estos temas tan complejos, no podía creerlo, alisté mi poca ropa y mis pequeños hijos para irnos donde le prometí nunca volver, pero muchas veces el destino nos coloca pruebas, con el fin de aprender a pedir perdón.


"Intenten alejarse de su vida, buscar un nuevo estilo de vida, e interactuar con lo que te regale paz"

Mi miedo ahora era que mi ex esposo, intenta buscarme donde mis padres, era un loco obsesionado con mantener el poder en sus manos a todas las mujeres, pero la realidad de todo fue más de lo que esperaba.


Su vida desapareció de la mía, pero nuevamente empezaría, ahora con cuatro hijos, los cuales no podían sobrevivir por sí mismo aún, está fue la razón para que me impulsa a buscar un trabajo, y poder brindarles un gran destino.


Con esto podemos darnos cuenta que mi historia, puede ser el calvario de muchas mujeres hoy en día, por eso decido contarlo e incentivarlas a que nunca dejen que un hombre les haga daño.


Intenten alejarse de su vida, buscar un nuevo estilo de vida, e interactuar con lo que te regale paz.

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