Por: Katte Aguilar
Durante 14 años odió lo más simbólico que la representa en la vida. Sus raíces africanas que se exteriorizaban en su color de piel, su nariz y en su cabello “sucio” que algunas personas lo suelen llamar.
Imitar
Poco era su conocimiento sobre cómo peinar y cuidar el cabello afro cuando era pequeña y aunque su madre, se esforzara haciéndole twist durante toda una tarde y diciéndole que amara la melena que se le había otorgado, ELLA quería ser lisa. Por ende, es así como entró al canon de belleza impuesto por la gente blanca. No sabía cómo amarlo y mucho menos, sacarle su máximo potencial.
Su madre desanimada, de ver la desesperación que invadía su ser por querer ser igual a sus “amigas” blancas cuya textura de cabello era lisa, consultó a familiares de su padre, personas afro, sobre qué producto químico podía usar para alisar el cabello.
Fue así como empezó una relación tóxica con el execrable alicer. Parte de su niñez y adolescencia fue esclava de este. Pese a que en cada cita que tenía con este producto sintiera que incendiaba su cabeza con ardor por el fuerte químico, le permitía sentirse plena superficialmente.
Para cuando tenía 10 años de edad, entre tanta indagación sobre algún producto químico que no fuera tan abrasivo con su cuero cabelludo, conoció al alicer natural. En la mente de su madre y la de ELLA, no cabía algún mal pensamiento sobre este.
No obstante, fue todo lo contrario, la señora que aplicó este producto, olvidó la pequeñísima recomendación de evitar piscinas, ya que el cloro no se familiarizaba mucho con la palabra natural, así que, después de un genial paseo familiar llegó la tortura y tristeza a ELLA.
Ese día llegó a su casa exhausta de todo lo que convivió en el paseo, posteriormente, ingresó a la ducha para quitarse el cloro impregnado en su piel y cabello, cuando de repente, sale un puñado de pelo en su mano, en el momento se le hizo normal, pensó: “Es lo que se cae normalmente cuando se lava el cabello”. Prosiguió a peinarse y fue ahí, en ese instante, mientras pasaba la peinilla sobre su cabello sintió que se caía más y cada vez más.
Durante dos años y medio, usó balacas para darle un toque bonito a la sobra de cabello que le había quedado de tan semejante accidente. Se sentía abrumada, odiaba estar así, quería un cabello largo y liso como el de sus amigas de colegio sin importar el costo.
Estaba cegada y rechazaba su realidad, al punto que, ese hecho no fue del todo una señal explícita para cortar esta ponzoñosa relación; ya que volvió a seguir aplicándolo porque se negaba a ser una mujer afro-rizada.
Improvisar
En el 2013, llegaron varios familiares, dentro de ellos, una mujer agradable y divertida, ELLA aprovechó la instancia de la mujer y le pidió el favor de aplicarle el alicer, amablemente la mujer accedió, pero lo que ELLA no sabía era que este hecho sería la gota que rebosó la copa.
Sufrió quemaduras por dejar más tiempo el químico en su cabeza, quemaduras que no la dejaban dormir y la piel le trasudaba de la llaga tan grande que se había formado en su nuca; sin duda alguna, deseaba ser lisa.
En su mente retumbaba la idea de dejar de aplicar el químico, pero no dejaba la idea de querer ser lisa, por lo cual, inició su amor por la plancha y el secador en las peluquerías.
Tenía una parte de lo que quería, el cabello liso, ahora solamente le faltaba tenerlo largo, hasta la cintura como ELLA deseaba.
Sin embargo, era algo imposible puesto que, el cabello que recibe calor constantemente de una plancha tiende a marchitarse, pierde su brillo por más polímeros que se aplique antes de cepillarse y/o plancharse, y las puntas tendrán que ser cortadas cada mes para que se vea “sano”.
Estos detalles fueron opacando su sueño de ser una mujer negra lisa con el cabello a la cintura. ¡Qué desconfortante situación!
Palpar
Desde siempre le han dicho que tiene unas facciones físicas hermosas, sin embargo, ELLA no lo sentía así. Se sentía distinta e incómoda por la apariencia de su cabello. Agotada de verse al espejo y no ser, quien quería ser, la llevó a explorar en su corazón quién era realmente ella, cuál era su identidad.
Son preguntas complejas que no le encontraba respuesta, ya que gran parte de su vida se la ha pasado ocultando la herencia de una diáspora africana.
Los comentarios sobre el cabello afro que siempre había oído eran desagradables, sucios, desordenados y muchas veces parecía vello púbico; estos, no la dejaban tomar la decisión de empezar a disfrutar su cabello natural. Se sentía insegura y sentía que esos mismos comentarios los iba a recibir.
Al mismo tiempo, observaba que muchas mujeres afrocolombianas llevaban su cabello natural, así que empezó a ver videos por YouTube sobre cómo manejar esos tipos de cabello.
Cirle Tatis, CEO de Pelo Bueno, fue su inspiración, sus ojos quedaron atónitos frente a la hermosura de su cabellera y el testimonio de vida. ELLA, por primera vez en su vida sintió que alguien la entendía y que vivió esa misma historia de negar su realidad, su ancestralidad transmitida y heredada en la piel, facciones física y cabello.
Aceptar
En consecuencia, tomó una gran decisión. Empezar la transición para dejarse el cabello natural. La transición capilar es conocida como el acto de abandonar todos los procesos químicos de transformación, como el alisado brasileño y el alisado progresivo, para aceptar la belleza natural del cabello.
Transcurrió alrededor de un año y medio, en el cual se aplicaba mascarillas naturales y se hacía trenzas pegadas para ocultar la transición. Era octubre del 2017, cursaba su último grado de bachillerato. Ya tenía más de 10 cm de cabello natural en la raíz y la emoción de conocerse en su naturalidad se acrecentaba más. Sin embargo, las puntas lisas hacían que la apariencia del cabello no fuera del todo de su agrado.
Así que, fue en una mañana que decidió ir a cortar las puntas restantes. En su mente no esperaba deshacerse del todo de ellas. Pero fue todo lo contrario, salió de la peluquería absorta de lo que acababa de suceder en esa silla donde cortan el pelo.
A las horas, la recogió la ruta, procedió a sentarse en la silla de adelante junto con el conductor, sentía las miradas hacia su cabello, pues lo llevaba suelto y era hermoso, solo que ELLA no lo sabía.
Al llegar al colegio, vio que la gran parte de la comunidad estudiantil estaba afuera, sintió como la desesperación junto con el sudor se apoderaban de ELLA.
Y para su suerte, se encontró con dos amigos oriundos de Cartagena que emocionados dicen: “Mae, eres la sensación, ese afro tuyo es espectacular, pleno, pleno”.
Fue un aliento para ELLA, aun así, se dirigió lo más rápido posible a la casa de un compañero de clase que vivía al frente del colegio para esconderse de las miradas abrumadoras.
Al cabo de unos minutos, entró al colegio, se le hizo por primera vez, inmenso y ELLA era chiquita dentro de el.
Sus amigos y profesores, conmocionados de esa nueva identidad para ella y nueva apariencia para ellos hizo que no se quedaran con el entusiasmo de halagar esos rizos que embellecían su cara. Fueron comentarios que le hicieron sentir aún más segura de que estaba en el camino correcto.
Empoderar
Tuvo recaídas, pues dos veces se hizo la queratina, no para encajar, sino por un cambio de apariencia para una fecha especial. Sin embargo, con ese cambio afianzó más su convicción de que ser afro-rizada es más que un legado, es empoderamiento más no moda, es resistencia hacia los estándares de belleza propuestos desde hace años.
Abrir su mente a esta nueva realidad, su realidad permitió que empezara a amar cada rizo, cada curva que atavía su estilo de vida.
Después de tanto tiempo en transición capilar, ELLA decidió acudir a un estilista profesional especializado en cabellos afro-rizados para darle el toque final a su cabellera, el gran corte; se denomina así con el objetivo, de darle horma al cabello y darle fin a ese extenso proceso de recuperar la identidad mediante la transición capilar.
La tranquilidad con la que ELLA vive hoy día trata de trasmitirla a todas las mujeres que no han empezado o van caminando en la transición.
Confiada, dice que llevar la contraria del canon de belleza en el cabello impuesto por gente blanca que no aceptaba la diversidad étnica y que aún sigue, la ha hecho feliz, una mujer segura de sus raíces y con ganas de explorar más sobre ellas para así poder impartirlas.
Finalmente, ELLA, la que sufrió quemaduras. ELLA, a la que se le cayó el cabello por pedazos muy niña. ELLA, la que recibió comentarios negativos y positivos sobre su cabello. ELLA, amante de las infinitas curvas de su melena es ahora una mujer empoderada, resiliente y ELLA soy yo, quien relata esta oscura historia con luz al final del pasillo.
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