Por: María José Uribe
A pesar de encontrarnos en pleno siglo XXI y que la palabra “igualdad” sea la más escuchada en las protestas y los discursos políticos, podemos observar que los casos de discriminación en Colombia continúan siendo una problemática central, que actualmente es protagonizada por la población venezolana. Pues, día a día vemos casos en los que sus derechos son vulnerados debido a la estigmatización de la que cada vez son más víctimas.
Expongo esto, porque según las estadísticas de Medicina Legal, los primeros en la lista de extranjeros asesinados en nuestro país de manera violenta y por motivos de discriminación y/o xenofobia, son los venezolanos.
Tales residentes, por cuenta de la crisis migratoria se convirtieron en los mayores agredidos, pues de los 706 homicidios de extranjeros reportados, 513 son de venezolanos, representando así el 72% en la tasa de muertes.
La situación de estos inmigrantes estigmatizados que laboran principalmente de manera informal (aspecto que los hace más accesibles para sus agresores), es compleja.
Creer que todos los robos, ataques y otra clase de crímenes son perpetrados únicamente por esta población, es una idea errónea que se ha generalizado y debemos atenuar, pues los venezolanos también son víctimas de la inseguridad en nuestro país.
La Fundación Ideas Para la Paz reportó que: “En 2018 incrementó en un 130% la tasa de lesiones personales a venezolanos y en un 110% la tasa de hurto a esta población migrante.”
Sin embargo, estas cifras se quedan muchas veces en las sombras debido a los procesos de señalamiento que son muy comunes en la sociedad colombiana por diversas causas.
Una de ellas, son las representaciones negativas en torno a un aumento de la competencia laboral informal y el recelo por las escasas oportunidades de sustento, pues en ciudades como Cúcuta y Riohacha que han sido puertas de entrada para las personas del vecino país, se han tenido altas cifras de desempleo e informalidad en los últimos años.
Otra causa que encontramos, es la polarización del Estado frente al asunto, pues aunque el presidente Duque le haya abierto las puertas a los inmigrantes venezolanos hasta el punto de crear un estatuto de protección temporal que permitirá a los indocumentados adquirir una identificación; evidenciamos cómo previo a ello, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, en un consejo local de gobierno, expuso: “No quiero estigmatizar a los venezolanos, pero hay unos que, en serio, nos están haciendo la vida de cuadritos. Aquí el que venga a trabajar bienvenido sea, pero el que venga a delinquir deberíamos deportarlo inmediatamente”.
Este tipo de declaraciones en las que se observa una conexión entre inmigrantes e inseguridad y en las que se utilizan frases como: “nos están haciendo la vida de cuadritos”, pueden promover la intolerancia e incitar los crímenes de odio.
Foto tomada de: IUS360
Después de la intervención de López, según la Fundación Razón Pública: “Las conversaciones sobre los migrantes acompañadas de insultos y expresiones discriminatorias aumentaron en un 83 % en el Barómetro de Xenofobia”.
Aquí, debemos hacer un llamado a los colombianos, pues nosotros, no podemos culpar a la migración por el deterioro en la seguridad ciudadana y mucho menos responsabilizarla de las situaciones críticas que afronta el país.
Si bien, no podemos tampoco afirmar que ningún venezolano es miembro de una banda criminal o que nunca haya infringido la ley, pero sí podemos decir que no todos estos inmigrantes son iguales o se comportan de la misma manera, no creamos en dichos o refranes sobre la mala fama, pues según las cifras del INPEC (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario) de los 1.630.903 venezolanos radicados en el país, los delincuentes representan solo el 0,09 %”.
Es nuestra obligación, no dejarnos llevar por las estigmatizaciones y recordar que cualquier residente extranjero tiene garantizado en la Constitución Política, los mismos derechos humanos que los locales.
No seamos promotores de discursos xenófobos y empecemos a resolver una de las tantas problemáticas que afligen a nuestra nación, siendo más empáticos y usando un lenguaje más inclusivo.
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