Por: Margie Natalia Hincapié
El desarrollo profesional de un individuo va encaminado a la búsqueda de una oportunidad laboral que le permita poner en práctica todos sus conocimientos y habilidades adquiridas en su carrera universitaria con un salario apropiado y justo para un profesional.
Sin embargo, en Colombia es solo una ilusión que pocas personas consiguen, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) el desempleo va en aumento con un 17,3 % comparado con la del año pasado donde se cerró con una tasa de 13,4%. Los jóvenes profesionales son los más afectados a la hora de buscar un trabajo pues enfrentarse al mercado laboral es todo un desafío para ellos.
El primer obstáculo que suele encontrarse es la experiencia, un requerimiento con el que un recién egresado aún no cuenta, pues solo ha realizado una pasantía que no es reconocida ni significativa para el cargo que esté aplicando, esta falta de congruencia genera que conseguir un empleo tarde alrededor de 7 meses hasta 1 año, contando con algo de suerte, pues lograr que una empresa se fije más en las competencias y habilidades de un joven profesional que en su experiencia es muy inusual.
Ante esta situación el gobierno expidió el decreto 2365, del 26 de diciembre de 2019, el cual permite que las entidades del sector público generen la oportunidad de contratar a jóvenes sin experiencia para lograr mitigar el desempleo de los recién egresados además mostrando un ejemplo para el sector privado, pero aun así con este decreto el cupo que se ofreció es de solo el 10% lo que equivale a unos 120.000 empleos, cifra que sigue siendo desalentadora para los aproximadamente 270.000 jóvenes graduados anualmente.
Con la llegada de la pandemia esa problemática se agravó, pero no solo en nuestro país, según un reporte de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) realizado en el año 2020, hay 9,4 millones de jóvenes desempleados en América Latina, aunque la organización ya empezó a gestionar medidas políticas destaca que es una labor que debe ser acompañada del gobierno de cada país para poder lograr resultados.
Foto tomada de: ELTIEMPO
Sin embargo, en la Agenda 2030 y los objetivos de desarrollo Sostenible una oportunidad para América Latina y el Caribe, se había trazado un objetivo especial para la población juvenil el cual era reducir considerablemente la proporción de jóvenes que no están empleados y no cursan estudios ni reciben capacitación para el 2020, pero al parecer ese objetivo se quedó en papel pues ya estamos en el 2021 y las cifras demuestran lo contrario…
¿Será que el gobierno de cada país y las Naciones Unidas se olvidaron de dicha agenda?. claro que podemos decir que la pandemia detuvo estos objetivos y que no se lograron, pero la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible se aprobó en septiembre del 2015.
Esto demuestra que la problemática viene desde hace años atrás y aparentemente no se había trabajado en ella y con la llegada del COVID-19 se notó la vulnerabilidad de esta situación y al mismo tiempo la excusa perfecta para justificar el retraso de la garantía laboral para los jóvenes egresados.
Lo único cierto es que el panorama no pinta favorable para las futuras generaciones y cada día hay más graduados llenos de ilusiones esperando una mejora en el sistema laboral de todo un continente.
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