Por: Elvia Katherine Amaya
Ya se cumplirán 2 años de la muerte de don Octavio Buitrago, un campesino de 33 años que fue inculpado y asesinado injustamente por una falsa acusación de agresión sexual por parte de su sobrina política.
–¿Por qué se lo llevaron?
– Por mi culpa, por haber traído a esa niña a la casa, él no estaba de acuerdo, pero yo insistí, lo mataron por mi culpa, dejé a mis hijos sin su padre…
Ella es doña Nubia Velazco, esposa de Octavio Buitrago y tía de la menor que presuntamente fue abusada. Ya han pasado 2 años desde aquellos lamentables hechos, pero ella aún recuerda eso como si fuera ayer, tiene grabado en su mente que fue por su culpa que hoy ya no tiene a su amado esposo y que sus hijos no cuentan con su papá. Con gran remordimiento recuerda cómo su esposo se oponía.
– Viejo solo la vamos a traer para ayudarla con el estudio, es mi sobrina y mi hermano está de acuerdo.
– Vieja no la traiga, hágame caso, mire que eso nos puede traer problemas con su hermano después.
Eso comenta doña Nubia con gran dolor y con el peso de la conciencia que no la abandona por no haberle hecho caso.
Don Octavio Buitrago fue raptado el 11 de mayo de 2019 en horas de la mañana por miembros del ELN, debido a la acusación dada por la menor, en la que relató que el esposo de su tía había abusado de ella, que en repetidas ocasiones la tocaba y que antes de abandonar la casa donde estaba viviendo, la había violado.
La influencia del padre de la menor en el grupo delictivo tuvo bastante peso para que se procediera de esta manera.
Exactamente un mes después, el 10 de junio en horas de la tarde, miembros del grupo lo mataron a las afueras del caserío Palmarito un pequeño corregimiento del municipio de Fortul - Arauca.
El día que se lo llevaron, la pareja se encontraba ordeñando, un poco retirados de la casa donde estaban sus hijos, cuando 3 hombres rodearon el corral y se acercaron. La intranquilidad se despertó en la señora Nubia, pues ya estaban al tanto de lo que comentaba su sobrina, pero jamás pensó que eso llegara a ese punto.
– No se lo lleven, todo es una equivocación, por favor no se lo lleven…
– Tranquila vieja, tranquila que yo no tengo nada que esconder, todo va a estar bien, yo no he hecho nada.
Esas fueron las últimas palabras que Nubia Velazco escuchó de su esposo mientras los hombres ataban con un lazo sus manos y se lo llevaban. La desesperación la invadió y no sabía qué hacer, a quién acudir para poder ayudarlo.
Así transcurrieron unos días, ella buscando a su sobrina para que dijera la verdad, mientras la menor y su familia, solo le huía. Nubia buscó a los miembros de la junta, para que se reunieran con la organización y obligarán a la menor a hacerse las pruebas correspondientes para esclarecer la verdad, también buscó ayuda espiritual se acercó a la iglesia donde asistía y pidió ayuda a estos.
Durante dos semanas las iglesias y la comunidad intentaron reunirse con los cabecillas de la organización sin tener suerte, hasta que un día el comandante aceptó reunirse con el pastor de la iglesia y el presidente de la Junta de Acción Comunal.
Foto suministrada por: Noticias Rhode Island
– Queremos que se le hagan las respectivas pruebas a la niña, sabemos que don Octavio dice la verdad, por favor.
– En eso estamos, no se preocupen que no vamos a matarlo si es inocente.
“Eso fue lo que nos dijo el comandante, que no lo iban a matar, hasta ellos sabían que todo era una mentira”, afirma el pastor Luis Hernández, quien estuvo en la reunión.
“Esa reunión fue una luz de esperanza para mí y mis hijos, también aproveché para mandarle ropita a mi viejo, una prestobarba y jabón para que se aseara, yo estaba feliz, pero eso no me duró mucho”, comenta doña Nubia de cómo se sintió cuando accedieron a la reunión.
Después de la reunión, la fe de que don Octavio volviera con vida junto a su familia estaba intacta, la iglesia a donde asistía permanecía en oración, así como también la comunidad le seguía insistiendo a la organización que no cometiera una injusticia.
Aquellos días para la familia Buitrago Velazco eran de desesperación y angustia, sus hijos querían ver a su padre.
“Extrañaba mucho a mi papá, lo quería conmigo, que me contara un cuento y me dijera como todas las noches que soñara bonito y que Dios me protegiera.
Pero ya no estaba, y todo por culpa de mi prima”, comenta la única hija Nicol Buitrago quien tan solo tenía 10 años cuando le quitaron a su padre.
Al transcurrir la 3 semana desde su rapto, una persona cercana a la organización le declara a la familia que el señor Octavio durante su tiempo de cautiverio no había probado nada de comida y que cada que terminaba sus labores asignadas se arrodillaba y le clamaba a Dios, no se sabe exactamente que pedía en sus oraciones, pero así se mantuvo hasta el día de su muerte.
El 5 de junio de 2019 recibieron noticias del comandante, informando a la familia que como la niña no daba declaraciones y la familia no accedía a que se le hicieran las pruebas correspondientes, don Octavio sería liberado, que era cuestión de días para que lo dejaran en libertad.
“Dios había escuchado mis plegarias mi viejo volvería conmigo”, eso fue lo primero que doña Nubia dijo cuando supo la noticia. “Todos estábamos felices no se cometería una injusticia, pero no pensamos que la felicidad durara tan poco tiempo, nosotros seguimos orando, porque solo estábamos seguros cuando estuviera en casa”, dijo el pastor Luis.
Foto suministrada por: ATolima
El 10 de junio le avisaron a la familia que ese mismo día entregarían a don Octavio, que estuvieran listos para recibirlo, que en horas de la tarde lo dejarían en el caserío Palmarito.
Y así fue, mientras doña Nubia, sus hijos y un hermano de don Octavio se preparaban para salir al encuentro, a él lo traían, vendado y atado en una camioneta.
– Me van a matar, ¿cierto?
– No, lo vamos a entregar a su familia, así que compórtese.
En el transcurso del camino don Octavio se percató de cómo cambiaron sus captores y ahí confirmó lo que tanto temía y volvió a preguntar: “¿Me van a matar?”, pero no recibió respuesta alguna.
Eran alrededor de las cinco de la tarde, cuando una camioneta llegó al caserío y se estacionó en frente de la iglesia, a la cual asistía don Octavio para matarlo frente al pastor, pero sus planes se fueron al piso cuando se percataron que había mucha gente para hacer eso y decidieron terminar con la vida de un inocente a las afueras del lugar.
“Nosotros estábamos cenando junto a mi familia, cuando escuchamos tres disparos, de una nos paramos a ver qué había pasado, se habían escuchado muy cerca. Me fui con una de mis hijas y un hermano de la iglesia que vive junto a nosotros, y… era lo que me temía, era él”, declaró el pastor triste al recordar aquellos momentos cuando sucedieron los hechos.
Y así fue, habían matado a don Octavio con tres disparos, arrodillado, atado y con sus ojos vendados, sin la oportunidad de al menos ver por última vez algo de este mundo.
Minutos después llegó su esposa al lugar, doña Nubia se bajó de la moto en la que venía y se abrió paso entre la gente que ya rodeaba el cuerpo. Ella creyó que era un hermano de su esposo, pues el cuerpo que estaba tirado en el pavimento sin vida tenía barba y estaba flaco, no podría ser el hombre robusto que había visto antes.
Se acercó lentamente al cuerpo, con sus ojos llorosos y su cuerpo temblando, estuvo frente al cuerpo, se arrodillo y le quitó la venda, y vio que era el hombre con el que había decidido pasar el resto de su vida.
– ¡Noooooooo, nooooo por favor, no mi amor, no me puedes dejar, vuelve por favor…!
Con esas palabras en un grito desgarrador y ojos llenos de lágrimas, con el cuerpo sin vida de su esposo entre sus brazos y con sus hijos alrededor de ella llorando por la muerte de su padre, La vida de su familia también se había terminado.
Tras la muerte de don Octavio el comandante de los 'elenos' le declaró a la familia que esa no era la orden que había dado y que quienes desobedecieron pagarían por ello.
“Pero eso jamás me devolverá a mi esposo, nada me lo va a devolver, nada”, sostuvo Nubia con claro resentimiento en su voz.
La menor involucrada también declaró que nada de lo que había dicho era verdad, que había sido su papá el que la había obligado a decir esa acusación. “Mataron a un hombre inocente por culpa de un hombre que está lleno de odio y rencor, les quitó el padre a sus propios sobrinos”, declaró el pastor Luis.
“Extraño mucho a mi papá, mi mamá no es la misma, yo solo espero y le pido a Dios que nos de fuerzas”, contó el mayor de los hermanos Camilo Buitrago quien hoy tiene 17 años y trabaja para apoyar a su mamá.
– ¿Qué les diría a las personas involucradas en la muerte de su esposo?
– Que Dios los perdone, mis hijos y yo ya lo hicimos.
Toma aire y continua:
– Eso no quita que siga doliendo, que lo extrañe como nunca y que la vida de mi familia sienta el vacío de su ausencia, tampoco quita que hayan matado e inculpado a un hombre inocente.
¿Sabe?, aún siento culpa, pero Dios y mis hijos me han dado el entendimiento de saber que por algo suceden las cosas y hoy vivo con su recuerdo y con lo más maravilloso que me dejo, mis tres hijos.
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