Por: Brenda Mosquera
En Colombia un líder social juega un papel fundamental en el desarrollo y progreso de las comunidades menos favorecidas, que tienen fracturas profundas; ser líder social es una tarea de agallas, esfuerzo, identidad y educación.
Berenice María Blandón Ramírez, es una mujer de Medellín Antioquia de 61 años quien a través de sus labores como lideresa social de las comunidades Negras, Raizales y Palenqueras de Colombia demuestra perseverancia, pedagogía, dedicación a una lucha y entrega al desarrollo colectivo.
Reside hace más de 20 años en el departamento de Casanare, desde ese entonces el conflicto en Antioquia es fuertemente permeado por el narcotráfico, la delincuencia y los actores armados, por lo que junto a su familia y sus hijos decidió reubicarse en una zona que tuviese mejores condiciones sociales y de seguridad; Yopal, la capital del departamento.
Al mudarse, todos se enfrentaron a un panorama de racismo agudo, desigualdad y desconocimiento social hacia los afrocolombianos, una situación que muchos no sabrían cómo manejar, pero encontraron las herramientas a través de la educación y el ejemplo.
Su pasión por las causas sociales no es nueva, desde que tenía diez años de edad argumentaba sus posturas, sus ideales y a su “gente”, siendo joven en el barrio ‘Las Delicias’ donde creció, gestionaba recursos para los niños, para personas con posiciones desprotegidas, reunía a las comunidades a espacios organizados de participación activa y esparcimiento, donde no solo reconocía su importancia sino sus derechos.
No le gustaba presenciar injusticias y el modelo a seguir de su madre, Nora Ramírez, fue un rasgo esencial de su crecimiento y su proceso como portavoz de los demás.
“Mi madre era una mujer entregada a la labor social y al servicio, condecorada y reconocida en Antioquia por ser una líder de las comunidades negras.
Mi madre se convirtió en el municipio del Bagre, en una mujer humanitaria, líder, la cual no podía ver situaciones difíciles en ninguna familia porque allí estaba.
Todo lo que yo cuento y toda mi experiencia en la vida social, creo que se la debo a ella…”, manifiesta Berenice, con algo de orgullo y reminiscencia.
Además, considera que en muchas ocasiones “un líder social nace, no se hace”. Refiriéndose al sentir incómodo que proviene con naturalidad, reside en el pecho cuando se percibe la desigualdad y se presencia delante tuyo con constancia, ese que no se borra con facilidad y por el contrario se queda en la cabeza la idea que como individuo se debe hacer algo para cambiar, transformar.
“Crecí en medio de muchas dificultades y me di cuenta que el trabajo social es como una universidad, donde se adquieren muchos conocimientos de la persona y su comunidad. También es una forma de replicar en otras comunidades la experiencia que uno posee", afirma.
Berenice tiene una narrativa extensa en torno al racismo sistemático, del cual son presa muchas personas; la inequidad, la discriminación étnico racial y la desigualdad social que en Colombia al parecer por muchos años era parte de la esencia colectiva.
Una mujer con una personalidad camaleónica. Estar a su lado en diferentes momentos implica risas, felicidad y “sabrosura”, como ella lo denomina. Irradia encanto y bienestar maternal y de ese mismo modo, se siente su carácter, fuerte y decisivo, el mismo que transmite su compromiso social y sus convicciones.
No concibe a sus 61 años quedarse quieta, el movimiento y la energía son parte de su esencia, su trabajo aunque ajetreado, para ella es satisfactorio y es la razón por la que todos los días madruga, se arregla, asiste a reuniones, conferencias, visitas, realiza proyectos y eventos. Una vida más tranquila significa perderse a sí misma.
"Crecí en medio de muchas dificultades y me di cuenta que el trabajo social es como una universidad, donde se adquieren muchos conocimientos de la persona y su comunidad"
Ese conocimiento del cual se ha apropiado, porque como ella resalta “un líder no solo es de palabra, es de conocimiento” es el que ha creado su pujanza, sus ganas constantes de crecer intelectualmente y que ello se vea reflejado en los diferentes procesos.
Desde el 2011 es fundadora y directora de la Asociación de Mujeres Afrocolombianas de Casanare ‘AMAFROC’, la cual inició con 23 mujeres.
Sus motivaciones para crear esta, fue observar los problemas sociales, políticos y económicos que conlleva ser una mujer negra, en el cual recalca que no es lo mismo ser un hombre a una mujer, incluso dentro de las comunidades afrodescendientes.
Significa el rol invisibilizado de las mujeres en una sociedad históricamente patriarcal y desigual.
“Las mujeres afrocolombianas tenemos la dificultad, que ante el resto de la población cuando ven nuestro color de piel, ya somos menos, según el Estado y según el resto de la población”, expresa con carácter y objetividad.
Su proceso inicial en la asociación fue lento pero trascendental. Arrancó convocando mujeres, en su mayoría de sectores vulnerables, a reuniones para realizar y enlazar procesos de concientización, educación, reconfiguración de los ideales coloquiales dentro del desconocimiento racial y de derechos fundamentales de las mismas.
Es contundente al aseverar que ese proceso de concientización requería una representación organizada del departamento del Casanare y que esa sería ella.
"Las mujeres afrocolombianas tenemos la dificultad, que ante el resto de la población cuando ven nuestro color de piel, ya somos menos, según el Estado y según el resto de la población"
Muchas de las mujeres que acuden a Berenice, son madres cabeza de hogar, por lo que su labor no solo es directamente con ellas sino también con sus hijos y los contextos socioculturales en los que se encuentran como núcleo familiar.
Mediante la asociación ha logrado fomentar la educación, mesas de trabajo, desarrollo de espacios inclusivos para las mujeres negras en lugares como la alcaldía, gobernación, aumentando la participación laboral y educativa.
El reconocimiento de las mismas como individuos dentro de una democracia; becas universitarias, recursos para los niños, colaboración a jóvenes afrocolombianos a obtener empleo, ayudas humanitarias, capacitaciones, entre otros.
Incluso teniendo en cuenta el enfoque central de su labor dentro de AMAFROC, no se limita a ese colectivo, contribuye a comunidades alternas, con recreación, recursos básicos, gestiones de educación gratuita básica y profesional en diferentes entidades. Y lo que llegue a estar al alcance de sus posibilidades.
Manifiesta convincente que a través de su labor como lideresa social, ha tenido la posibilidad de formular y ejecutar proyectos, que han influido ya que cuentan con las herramientas y desarrollo de exigir derechos de manera pacífica, con argumentos precisos y conocimientos de ley.
Además de sus labores antes mencionadas, es Consultiva departamental de las comunidades NARC (Comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras) y promotora de los derechos humanos en el Bienestar Familiar.
Su vinculación a diferentes procesos en el ámbito nacional le han permitido conocer y estrechar lazos con personas influyentes en los procesos étnicos afrocolombianos.
Juan de Dios Mosquera, Director Nacional en el Movimiento Nacional por los Derechos Humanos Cimarrón y dirigente en el proceso organizativo étnicos afrocolombiano, es uno de ellos, a quien proyecta como un vocero sumamente importante, con fundamentos, profesional y transparente.
“Juan de Dios Mosquera fue la persona que me guió, me capacitó en cómo llevar un verdadero liderazgo en torno a las comunidades afro y ha contribuido con enseñanzas a la misma… Mantenemos lazos de comunicación”, dice Berenice.
Por otro lado, Colombia ha sido catalogado como uno de los países más peligrosos para ejercer como líder social o defensor de los derechos humanos según las Naciones Unidas. En el país el homicidio de líderes sociales ha sido un delito impune por años.
Según un informe del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) desde la firma del Acuerdo con las Farc, entre 2016 y 2020, han asesinado a 840 líderes y 131 lideresas defensores de derechos humanos, además de las cifras que aumentan con el paso de 2021.
En la región de Casanare estos casos no se presentan, es un departamento donde el líder social tiene la posibilidad de ejercer sin consecuencias, al contrario de muchos otros territorios donde los líderes y lideresas son amenazados por problemáticas de carácter político y estructural.
“Yo nunca me he sentido amenazada, he logrado integrar valores para que mi proceso no sea afectado por intimidaciones y el contexto contribuye a ello”, explica. Aunque resalta que se ha caracterizado por ser una líder polémica, agradece el hecho de que no ha sido víctima de este peligro inminente.
Hay una necesidad de reconocer las labores de los líderes sociales, resaltar su ocupación en la construcción de sociedad y de entrega por los derechos humanos, la justicia y la búsqueda de equidad. Los líderes actúan sin ánimo de lucro, movidos por el sentir de una comunidad, la identidad y representar a los que no son escuchados.
Como Berenice María Blandón, hay muchos más que luchan y dedican sus días a ideologías en muchas ocasiones consideradas utópicas, pero que si se piensan, se pueden lograr.
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