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Foto del escritorLa Pluma

Crónicas de una finca y sus alrededores

Por: José Barreto y Hernando Rojas


A las afueras de la Dorada Caldas, se encuentra una peculiar finca, Palma e Vino, ubicada en el Magdalena Medio, alejada de la ciudad, son 32 Km de una carretera destapada, 45 minutos de solo trocha. Un turbulento y caluroso camino es el costo para llegar a conocer las maravillas y las historias escondidas de Palma e Vino y sus alrededores.


Un camino con historia


Para llegar a esta finca desde la Dorada hay que adentrarse en una pequeña parte del Magdalena Medio, la cual fue recorrida, habituada y controlada por las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio, comandadas por Ramón Isaza, alias “El Viejo” durante los años ochenta hasta los dos mil.


Hay que dirigirse por una carretera destapada que conduce a San Miguel de Antioquia, un pequeño corregimiento del municipio de Sonsón. Siguiendo derecho por el occidente, también encontramos el municipio de Puerto Triunfo, recordado por ser el lugar en el cual se desmovilizaron más de 900 hombres al mando de “El viejo” en el 2006.

Mucho antes de desviarse hacia Puerto Triunfo, hay un camino por el oriente que conduce a un corregimiento de Puerto Triunfo, Doradal Antioquia. Lugar en el que se ubica la infame Hacienda Nápoles del extinto narcotraficante Pablo Escobar.


Esta carretera que comienza desde la Dorada, en Caldas, y que termina en Puerto Triunfo, Antioquia, es testigo de las múltiples hazañas que se vivían durante la época del Cartel de Medellín con Pablo Escobar, pues fue uno de los caminos por los cuales transitaba el narcotraficante para salir y llegar casi que directamente a su finca en Doradal.


También fue carretera por la cual transitaban las autodefensas, especialmente al mando de Walter Ochoa, alias “El Gurre” quien tenía mayor presencia en los municipios de la Dorada, San Miguel y Puerto Triunfo.


La finca


Desde sus inicios en los sesenta, la finca pertenecía a los Jesuitas dueños de la Universidad Javeriana, quienes la tenían en arriendo al Fondo Ganadero de Antioquia, el cual controlaba y manejaba cabezas de ganado de los paramilitares, los cuales las utilizaban ilegalmente como uno de sus tantos medios para sustentar sus gastos.


Al percatarse de los problemas que traería el verse implicados en estos negocios ilegales, los Jesuitas deciden venderla a un precio muy económico a Samuel Rueda, un reconocido ganadero del departamento del Meta y empresario en Bogotá.

Fue en el año 2005 en el que se empezaron a ver nuevas caras en la zona. No cualquiera podía transitar libremente por allí. Solo con algún conocido que tuviera permiso, o con algún miembro de los paramilitares era que se podía recorrer sin problema alguno. Así fue como Rubén junto con su patrón Samuel, entraban a la finca, de la mano de un terrateniente paramilitar el cual era el encargado de la finca para ese entonces.


Samuel, cuando compró la finca, era consciente de su ubicación y lo que ocurría y ocurrió en aquella zona. Sin embargo, no fue hasta que la tuvo en su posesión que se enteró de muchas cosas que lo dejaron asombrado tanto a él como a Rubén.


La finca, a simple vista parecía ser una finca cualquiera, con un corral, un establo, una casa y, ¿una cárcel? Hay un lugar que se esconde bajo la casa donde duermen los encargados de la finca, un pequeño salón con unos gruesos barrotes donde encerraban y secuestraban personas para extorsionar a sus familiares por dinero a cambio de la vida de su ser querido.


Para más sorpresa, hay un potrero ubicado muy dentro de la finca con unas instalaciones en ruinas que hacían parte de un laboratorio de coca al cual llamaban “El Chongo”.


Microondas viejos, canecas vacías, guadañas y uno que otro químico en el suelo, fue lo que encontraron una tarde en Palma e Vino, material que hacia parte de uno de los negocios ilícitos con los que operaban las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio.


Por si fuera poco, según cuenta Rubén, en los potreros era común encontrar carros deshuesados, canecas con las que transportaban gasolina robada en el oleoducto de San Miguel, casquillos de balas y también fosas comunes.


Los mitos del lugar


Desde que inicia hasta que finaliza el recorrido hay una historia para relatar. Según cuenta Rubén, en la zona se podían encontrar las famosas Huacas que enterraban estos paramilitares.


“Cogían y se llevaban a los trabajadores de las fincas y les preguntaban si cuidarían esa plata hasta con su vida y al no tener más opciones les tocaba decir que si o los pelaban. De todas formas, si decían que si o decían que no, los iban a matar", dice él, quien cuenta como hacían las cosas durante la presencia paramilitar.


“Cuando la persona decía que sí, le pegaban su pepazo en la frente, esto lo hacían porque cuando enterraban la huaca, el alma de la persona a la que habían matado seria la que cuidaría toda esa plata, con eso si alguien la llegara a encontrar o desenterrar, saldría el alma protectora a asustar a quien la haya encontrado”.


El chivo negro


Asimismo, también hay un famoso quiebra patas apodado como “El puente del chivo” ubicado unos metros antes de la entrada a Palma e Vino. “Aquí siempre sale un chivo negro con los ojos rojos a asustar a la gente por las noches”, dice Adrián, nieto del encargado de la finca.

Foto suministrada por: Destinoinfinito


“Una vez me vine tarde pa´ la finca, hasta me cogió la noche, yo no creía en eso del chivo hasta que me tocó pasar por ahí, cuando es que veo ese chivo en la montaña que se viene encima mío, yo salí corriendo pa´ la casa… casi que no pude dormir esa noche”.


Un muerto mal enterrado


Desde que los paramilitares empezaron a tener control en la Dorada, se convirtieron en los principales gota a gota del lugar. Un día fueron a cobrar una deuda que tenían con un taxista que se había tardado varios meses en pagarles, y tras varios avisos y advertencias, secuestraron a dicho taxista.


Se lo llevaron a un lugar alejado del municipio donde acabarían con su vida por completo, enterrando el cuerpo junto a un árbol de guayaba cercano al puente del chivo.


Una tarde mientras unos campesinos de una finca vecina llevaban un ganado para Palma e Vino, se percataron que uno de sus perros había encontrado y desenterrado algo junto a un árbol. La sorpresa no era de esperarse, era el pie del taxista que allí habían matado.


“Aquí asustan”


Uno de los propietarios de la finca, cuando aún era de los Jesuitas, falleció por causas desconocidas. Enterraron su cuerpo junto a una palma ubicada en el lado norte del corral, y según dicen algunos de los que se han quedado por las noches, el alma de este cura se aparece para asustar.


Desde la desmovilización de los paramilitares en la zona, en el 2006, Palma e Vino tuvo nuevos encargados, Rosendo y Orlinda.

“Me acuerdo yo que una noche estaba cansado de trabajar, me fui a dormir y después de un rato siento una patada en el rabo. Le dije yo a mi mujer, ¿mami por qué me pega?”, cuenta confundido de aquel día por el golpe repentino. “Cuando mi mujer me dice que no, quedo yo pasmado. Helado por el susto, no dormí esa noche”.


No solo fue en ese momento. Una vez Rosendo llegaba a caballo de los potreros, de lejos vio una borrosa silueta negra en la casa, pensó que era su nieto Adrián que había llegado de la Dorada a visitar a sus abuelos.


“Le pregunté a mi mujer cuando llegué, mami, ¿Qué se hizo Adrián?, cuando es que ella me responde, papi yo he estado sola todo el día. Casi se me sale el corazón cuando me dijo eso. Ahí me di cuenta que aquí asustan”.


No solo Rosendo contó con la mala suerte de presenciar una aparición paranormal. Su esposa Orlinda un día se encontraba en la cocina preparando el almuerzo para su esposo. De un momento a otro siente dos manos en la cintura, creyó que era Rosendo, le habló, pero nadie respondió.


Cuando volteo a mirar, no había nadie. Curiosa sale de la cocina a buscar a su esposo, y por sorpresa, estaba haciendo un nudo en el corral.


El bello rio de la muerte


De camino a San Miguel, hay una extensión de agua que limita el departamento de Caldas con el departamento de Antioquia.

El rio La Miel. Un paraíso natural y turístico que deslumbra por sus bellas aguas, el cual fue testigo directo de múltiples desapariciones, convirtiéndose en un cementerio más.


Según el Observatorio del Centro Nacional de Memoria Histórica, se han encontrado

alrededor de 36 cuerpos que fueron víctimas de las desapariciones y asesinatos por parte de los paramilitares durante los primeros años de la década del dos mil.


La tranquilidad del lugar


Palma e Vino es una finca con una ubicación geográfica muy especial. Bien adentro del Magdalena Medio, donde ni la señal de teléfono llega. Allí se puede gozar de la tranquilidad y el descanso de las ciudades y la tecnología; es como transportarse al pasado.


Sus grandes hectáreas de extenso terreno en las sabanas se prestan para presenciar por las mañanas de un hermoso amanecer, con un anaranjado sol que cubre los potreros con su radiante luz tempranera.

Durante el día, las actividades y trabajos de labor diaria nunca terminan. Siempre hay algo para hacer. Cualquier actividad ganadera y campesina son el método perfecto para salir de la cotidianidad.


Por la noche, hay panorama imperdible para quienes visiten y se queden allí. Es una vista inigualable. Una maravilla para los ojos. Algo que transmite tranquilidad y paz interior. Un esplendoroso cielo estrellado que se aleja de la contaminación visual de las ciudades.


La mejor forma de cerrar el día y olvidarse de los problemas al admirar un paisaje inigualable.

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